Por Héctor Valdés, médico cirujano.
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Por esto el verano es un estupendo tiempo de reflexión sobre nosotros mismos, sobre lo que hacemos por nosotros, de lo que nos nutrimos y alimentamos, de la forma cómo comemos, de qué mantenimiento hacemos a nuestro cuerpo, de lo que necesitan cada uno de nuestros músculos y articulaciones, y de cómo dejar los excesos.
Estos llamados excesos los conocemos; se trata de la lista negra, la que nos envejece. El tabaco, el alcohol, un mal dormir, son sólo ejemplos.
Nos debemos cuidar de todo esto para poder disfrutar la vida y así poder estar en forma a los 50, a los 60 y también a los 80 años.
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Nuestros ancestros han venido celebrando este solsticio desde tiempos remotos. Los días son más largos y todas las estaciones anteriores han hecho su trabajo para culminar en la estación de la Abundancia.
El verano trae tiempo suficiente en el día para cosechar, descansar, celebrar y disfrutar de los alimentos frescos y las propiedades curativas del sol.
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Por otra parte, antes el calor del verano desanimaba a realizarse en esta época tratamientos de belleza, pero en esta área hay un enorme avance tecnológico que permite cuidar la piel y rejuvenecerla con vitaminas específicas para reparar el daño solar, e incluso con la última tecnología láser para realizarse tratamientos, ¡sin manchas!
Disfrutar de un físico que responda, tener actividad sexual, pasarlo bien y disfrutar ya tampoco es asunto de juventud. Veo en mi consulta pacientes de hasta 80 años que desean un cuerpo para disfrutar de la vida de forma plena, y que se someten a intervenciones para tener un cuerpo que acompañe sus inmensas ganas de vivir, sin complejos a desnudarnos, a bailar, a reír a carcajadas, a seguir soñando, no unas migajas de momentos de juventud, sino plenos y felices.
Definitivamente la belleza es en verano y siempre. Sin excusas.
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