Cuando pensamos en cambiarnos algo, lo más común es pensar en un corte de cabello o un cambio de look. Es un recurso al que podemos acudir cuando queramos, a diferencia de cuando éramos niñas y nuestras mamás decidían cómo y cuándo lo teníamos que cortar.
PUBLICIDAD
Todas nacemos con un tipo y color de cabello determinado. Puede ser negro, café, rubio, pelirrojo, liso, crespo, ondulado. Lo interesante de cambiar el cabello, es que casi nunca es permantente, y eso también nos motiva a atrevernos si queremos hacer un cambio radical.
Tomando en cuenta el hecho de que crece, ¿podríamos considerar que el cabello está vivo? De cierta forma, sí lo está. Al igual que una planta, el pelo se nutre de nuestro cuerpo y de las vitaminas y minerales que le entregamos día a día.
Al igual que una planta, si no lo nutrimos, va a crecer débil, se va a marchitar y se puede caer con mayor facilidad. Además de crecer, el pelo absorbe los elementos del medio ambiente.
De ahí la teoría de que al cortar el cabello, nos liberamos de esa energía atrapada y nos sentimos renovadas. La luna y el sol también ejercen su influencia en el pelo, así como lo hacen sobre las mareas o la naturaleza.
Si no tienes ganas de cortar tu cabello, eso no significa que acumularás energía mala o negativa. Un cabello sano también es una gran fuente de vitalidad, pero si está resentido, si las puntas están quebradizas, hay señales de que necesitas liberarte de lo malo y empezar de nuevo.
El corte de pelo también te puede ayudar a dejar atrás momentos de tu vida en los que no lo pasaste bien. Es una nueva etapa, y al mirarte al espejo, lo recuerdas y te convences de que estás avanzando.
Lo que sí hay que tener claro, es que si pensamos de forma negativa constantemente, no servirá cambiar de look o de aspecto, porque estaremos alterando nuestro exterior, cuando, en realidad, lo que necesita más atención en ese minuto es nuestro interior.