Hace tiempo que no me echo nada en la cabeza. Bueno sí, champú, acondicionador, crema de tratamiento, aceite de oliva-ricino-coco; pero hace tiempo no compro nada, por lo que aún no he “caído” en la “moda” del aceite de argán, que se ha promocionado como un producto para el cabello, aunque se supone es bueno para la piel; desinflama, ayuda al exceso de grasitud eventualmente y otra serie de increíbles propiedades. Era algo que eventualmente probaría, quizá cuando tuviera el pelo más largo y por ende más dañado.
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Ahora, lo estoy dudando.
Yo sabía que era un aceite muy bueno, que era muy caro ya que su preparación era muy elaborada, y que un litro del aceite costaba 10 horas hombre, que era así como milenario, hecho en Marruecos por mujeres con Burkas y todo eso. Pero no tenía idea cómo lo elaboraban.
Ahora sé: los Bereberes, indígenas marroquíes, recolectan las semillas de la planta de argán desde la caca de las cabras, que comían la semilla al subir a los árboles. Luego las semillas eran molidas y presionadas para hacer el aceite usado en cocina y en cosmética.
El árbol de argán es una reliquia del tercer período de formación de la tierra, se da en sólo algunos lugares, a veces no da frutos en mucho tiempo y puede vivir hasta 200 años.
Pero tranquilas, la modernidad ha llegado y el aceite se elabora a partir de semillas recolectadas directamente de los árboles y procesada con máquinas.
aunque si quieren la versión 100% natural y artesanal, esa sale del ano de la cabra.
Como para pensar en si queremos todo orgánico, natural y artesanal. En estos casos, prefiero lo artificial, ¿Y ustedes?
