Una madre trabajadora no solo experimenta mucha satisfacción al ver crecer a sus hijos, cansancio por el día a día y temores por estar fracasando en su desempeño, sino también culpa… Mucha culpa.
Miles de mujeres a diario intentan equilibrar su vida familiar con su vida laboral, pero terminan sintiendo que hacen malabares con todo: sin poder dedicar tanto tiempo a los hijos, por no cumplir al cien en el trabajo, por tener que estar en todos los sitios y no estar en ninguno a la vez.
Este sentimiento tiene sus raíces en muchos motivos. En primer lugar, la autoexigencia nata de las mujeres y también los estereotipos y las propias exigencias de la sociedad con un supuesto de lo debe ser una «buena» madre.
Sin embargo, esto es solo una carga más impuesta por la sociedad que durante años le atribuyó a las mujeres roles de género como quedarse en casa atendiendo a los hijos y el hogar, porque las investigaciones científicas apuntan que en realidad, no generan daños significativos a los niños.
Según El País, un estudio de University College en Londres consiguió que «el ambiente familiar más beneficioso para los menores es aquel en el que los progenitores viven en la misma casa y tienen un trabajo remunerado».
Aunque esta postura es muy debatida, si buscas el equilibrio con la crianza podrás tener niños felices y ser una mujer trabajadora que logró sus sueños.
En estos casos es importante que los pequeños no sean sobrecargados con demasiadas actividades extracurriculares y que también puedan pasar tiempo de sus padres. Es como reza el dicho: mejor calidad que cantidad.
Hay que librarse de la culpa por ser una madre trabajadora
Pese a los prejuicios y las opiniones de terceros, realmente no estás afectando a tus hijos, sino que al contrario, le estás dando un ejemplo de superación y crecimiento tanto profesional como personal, sin contar con los beneficios económicos y oportunidades que le estás brindando para su futuro.
La maternidad no debería obstaculizar la carrera profesional de la mujer, ni el ejercicio de un trabajo remunerado debe de ser una barrera para tener hijos, porque no solo eres madre sino también un individuo que debe velar por su felicidad.
Para aprender a equilibrar estos dos roles en tu vida y alejarse de la culpa de la madre trabajadora, las expertas afirman que hay que iniciar construyendo nuestro propio modelo de maternidad, asumiendo que la perfección no existe.
También es importante que en este proceso no te compares y abraces tus sentimientos: está bien llorar, gritar, equivocarse y que surja ese deseo de huir. El diálogo interno es muy importante: sé amable contigo misma y repítete lo que le dirías a una amiga para ayudarle.
Cuida no solo de tus pensamientos, sino de tu cuerpo, escucha lo que te pide y busca espacios en tu agenda para tener tiempo para ti.
Si ya sabes que tu nivel de exigencia y perfeccionismo te está pasando factura, llegó el momento de ser más realista, no torturarte más de la cuenta, tener paciencia y valorar el tiempo que le dedicas a cada cosa.
Con este nivel de realismo, llega la autoaceptación y con ella, una maternidad mucho más feliz y amigable que se reflejará en el bienestar de tu familia.
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