La maternidad idealizada nos ha hecho creer que ser madres es igual a estar siempre felices, no mostrar cansancio ¡Y ni pensar en arrepentirse! Como sociedad debemos evolucionar a una narrativa más realista, porque sí, sucede y es normal extrañar nuestra vida antes de ser mamás.
Y no, no está mal. Nadie debería juzgar los sentimientos ajenos y mucho menos cuando se trata de una labor tan ardua como la crianza, muchas veces poco reconocida por el colectivo. No somos perfectas y pretender que nunca sintamos la tentación de mirar atrás, es algo irreal.
Extraño mi vida anterior a la maternidad
«Convertirse en madre desencadena una lucha interna entre la alegría de tener un bebé y la culpabilidad por soñar despierta con tu antigua vida«, lo resume Cecilia Fernández-Carnicero en un artículo de Vogue.
Y la verdad, no hay una definición más acertada que esa. Durante la maternidad, la mayoría de las mujeres que se han atrevido a hablar del lado negativo de la experiencia, superando el tabú que todavía existe, afirman amar a sus hijos, pero odiar partes del proceso como el cansancio extremo o perderse a sí mismas.
Suena duro afrontarlo, pero en los cientos de foros de maternidad que abundan en internet los testimonios van por la misma tónica: mujeres que extrañan tiempo libre para ellas, que quieren volver a enfocar la misma atención a su trabajo, que quieren regresar a actividades que tuvieron que suspender por ser mamás, entre otros.
Y lo peor del caso es que la culpa las invade. Por ser humanas. Por ser reales. Por cuestionarse lo que la sociedad absurdamente impone de que debe ser la maternidad.
Tener hijos es caótico y las mujeres necesitan poder decirlo sin que sean juzgadas. Ellas también necesitan espacios para cansarse, quejarse, frustrarse y tomar un segundo aire para continuar.
Hay que derrumbar los aires de perfección que rodean el tema y encararlo con la verdad, para que puedan manejar sus expectativas y finalmente, reducir las frustraciones.
Asimismo, es vital encontrar esos espacios para volver a conectarse con esos viejos vínculos y pasiones que devuelvan el entusiasmo, porque la maternidad no es la cúspide de la realización femenina.
También necesitan tiempo para sí mismas y un óptimo descanso, algo que todas piden a gritos, pero que nadie ha querido escuchar.
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