La idealización de la maternidad le ha hecho mucho daño a las mujeres pues cuando llegan a esta etapa y descubren que, como todo, también tiene su lado negativo, empiezan a cargar con tristeza y culpa por no estar permanentemente felices.
Asimismo, la sociedad juzga y critica arduamente a aquellas que no se sienten satisfechas o manifiestan disconformidades, por lo que lidiar con la presión externa se vuelve una cárcel en la que las mujeres no pueden abordar libremente sus sentimientos y darse cuenta que está bien no sentirse bien.
La maternidad real no siempre significa estar felices
Cada caso es diferente y ciertamente tener hijos puede ser uno de los mejores periodos en la vida, pero cuando no es el caso, no debería crucificarse a aquella que tiene derecho a manifestar su sentir y más cuando hay investigaciones que incluso avalan que en la maternidad no todo es perfecto.
Según un estudio publicado en la revista Journal of Marriage and Family, citado en el portal Psicología y Mente, tener un hijo eleva los niveles de estrés, interfiere en la relación de pareja colocándola en un segundo plano, genera un sobrecargo de trabajo en los roles, especialmente en las mujeres; y provoca una evaluación negativa sobre el matrimonio.
Esto, sin contar que durante el embarazo y el posparto ellas están mucho más vulnerables por el desbalance hormonal, lo que las vuelve propensas a padecer depresión y otros trastornos que las afectan psicológicamente y emocionalmente.
Intentar conciliar la vida laboral y no renunciar a los sueños propios también es fuente de ansiedad y estrés disminuyendo así la felicidad de los padres, por lo que sí, la maternidad no es un estado de felicidad constante y ni siquiera está cerca de serlo.
De hecho, las estadísticas lo resumen. En España, 1 de cada 4 mujeres no se siente realizada por ser madre. No es menor el número de las que se sienten arrepentidas o desengañadas al traer vida al mundo.
Es decir, todo esto genera la responsabilidad de que cada vez empecemos a abordar públicamente la materniddad con una visión menos edulcorada y más realista, evitando juzgar a los demás y siendo más empáticos, porque no todos sobrellevan de la misma manera el esfuerzo, la inversión económica y la pareja, si se tiene, en medio de esta ardua labor.
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