Cuando la mujer se vuelve mamá llegan muchas aspiraciones: criar a un hijo sano, cumplir con todos los deberes, tener una familia unida, ser más paciente con el niño… En fin. Nos bombardeamos con muchos propósitos enfocados en los demás, olvidándonos del más importante: ser feliz.
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La maternidad muchas veces es poner a los otros por encima de nosotras mismas, cuando en realidad, mientras más tranquila y satisfecha estés contigo podrás irradiarlo a los demás, tener mejor ánimo y buscar la armonía familiar.
Propósito al ser mamá: buscar tu propia felicidad
Es normal tener cosas que te gustaría cambiar y mejorar. Sería muy conformista de tu parte no hacerlo. Pero cuando persigues las perfección sobre la satisfacción, ahí es cuando se generan problemas.
No es mentira aquella frase de «mamá feliz, hijo feliz». Investigaciones han arrojado que los padres infelices le crean a sus pequeños baja autoestima, inseguridad, ansiedad y otros problemas emocionales como irritabilidad o culpa.
Asimismo, tiende a afectarlos en su desarrollo cognitivo y hasta ocasionar enfermedades ya que se les eleva la frecuencia cardiaca y presión arterial.
Es decir, que al cuidar de ti estarás indirectamente cuidando la salud emocional, mental y física de tu hijo pues podrás encontrar mayor disfrute en el complicado camino de la maternidad, que para nadie es un secreto que es un trabajo complejo y pesado.
En este recorrido para toda la vida, muchas veces hay que callar la culpa que nos hace sentir insuficientes, extrañar nuestra vida antes de tener hijos u ocasionar amargura, apatía o hasta depresión.
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Por estas razones, en vez de ponerte de última, recuerda que cuando traes vida al mundo el autocuidado sigue siendo igual de importante.
No intentes encajar en los estereotipos de lo que la sociedad quiere imponer como una buena madre e intenta hacerlo de acuerdo a quien eres, lo que haces y lo que tienes.
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