Tener una conexión emocionalmente fuerte con tus hijos significa que se sentirán lo suficientemente seguros como para ser vulnerables. La psicología afirma que las personas que se encuentran en una relación emocionalmente seguras tienen más probabilidades de ser más felices en comparación a aquellas que carecen de ello.
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Todos tenemos una necesidad innata de seguridad y cuando nos sentimos emocionalmente inseguros, nuestro sistema nervioso reacciona en forma de defensa. Esto nos puede llevar a una inestabilidad, lo cual provoca conflictos en nuestro desarrollo de personalidad y social.
Es por esto que siempre debes trabajar en forjar una relación emocionalmente fuerte con tus hijos. Aquí hay cinco formas de lograrlo.
Ama a tu hijo como es
Todas queremos lo mejor para los nuestros pero creemos que eso significa moldearlos a nuestro gusto. No tienes que convertir a tus hijos en personas maravillosas. Solo tienes que recordarles que son personas maravillosas. Ellos creerán que son maravillosos y eso les dará seguridad. Dáles la oportunidad de sentirse bien con lo que son y encaminalos a que sean su mejor versión siempre sin obligarlos a cambiar para satisfacerte. Hazles saber que pueden contar contigo.
Valida sus emociones
La seguridad emocional viene de adentro. Comienza por enseñarles a identificar y sentirse cómodos con diferentes emociones. No hay que seguir solapando esas ideas de que «los niños deben sentir ciertas cosas y las niñas otras» o que «los niños no lloran». Habla de emociones de forma no acusatoria. Cuando nuestros hijos saben que sus emociones son válidas, es más probable que reaccionen ante ellas de manera apropiada.
Escucha primero y reacciona después
Recuerda que gran parte del comportamiento de los niños está impulsado por las emociones. Antes de reaccionar, escuchalos, incluso cuando no dicen nada. Cuando respondas, piensa bien lo que dices y cómo lo dices. La voz es una herramienta poderosa y tu tono de voz lo dice todo. Escuchar activamente a tus hijos también significa hacerle preguntas para que se sientan seguros: También el simple hecho de decirles «estoy aquí» puede ayudar a crear ese entorno seguro.
Apaga la tecnología cuando interactúes con ellos.
Estamos en tiempos en los que nos hemos vuelto muy dependientes de la tecnología. Incluso podemos pensar que es la mejor forma de distraer a nuestros hijos pero hay que saber equilibrar. Tus hijos te recordarán por el resto de su vida como una madre que escucha y tiene conversaciones con ellos fuera de su teléfono. Incluso apagar la música en el automóvil puede ser una poderosa invitación a conectar con ellos. La clave está en escuchar y prestar atención.
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A la hora de dormir toma un tiempo para acurrucarse juntos y charlar.
Establece la hora de dormir de tus hijos un poco antes con la idea de pasar unos minutos juntos leyendo cuentos o hablando de cualquier cosa en pijama. Es un momento de vulnerabilidad en el que ambos están con la guardia abajo. Deja que se sincere y que te cuente lo que tenga que decir. En ese momento no tienes que preocuparte por tus pendientes, sólo escucha y reconoce sus sentimientos. Hazle sentir que te preocupa y que cualquier problema lo resolverán en la mañana. Esto funciona incluso si tus hijos son un poco más adolescentes. Aunque no lo creas, si construyes este hábito desde niños, lograrás que se acerquen a ti siempre mientras crezcan.
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