Uno de los problemas más grandes está en la evidente descomposición social y el machismo creciente que vivimos todos los días. Hoy más que nunca, es importante ver lo que sucede en casa, enseñarle a los niños buenos valores, así como el poder de la compasión y la resiliencia.
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Así como la sociedad espera que las niñas seamos delicadas y sumisas, oprime a los niños y a los hombres cuando se trata de expresión emocional. Los mitos culturalmente perpetuados como «los niños no lloran» pueden afectar seriamente el futuro de nuestros hijos. En un mundo lleno de prejuicios y señalamientos, es importante enseñarle a los niños a cuestionar los estereotipos de género y romper con esos patrones.
La constante presión sobre cómo deben ser los niños, hace que estos aprendan las conductas equivocadas como que mamá es quién lava los platos mientras papá ve un partido de fútbol en la sala. Al crecer, se convierten en hombres que esperan que sus esposas hagan lo mismo.
Conforme van creciendo, los niños aprenden que ciertas actividades son «de niñas» y que «ser hombrecito» es evitar ciertas reacciones como asustarse o llorar.
Hay que enseñarles que su sentir es válido, que sus emociones son importantes y que está bien sentirse enojados o con miedo pero que deben transformarlo en algo positivo. Esto les da el valor de la compasión y la bondad, y que «ser bueno» no es cuestión de género sino de valores.
Permitir que los niños lloren, sientan y se expresen sin reprimirlos o decirles que «está mal» es clave para que entiendan sus emociones y no las transformen en acciones negativas.
¿Por qué es bueno llorar?
Es importante entender que el llanto puede ayudar a reducir los dolores de cabeza y la presión arterial alta, nos ayuda a relajarnos y está relacionado con un mejor sueño. El llanto es parte del proceso del duelo y ayuda a madurar emocionalmente. Nos ayuda a comunicarnos y a generar confianza e intimidad.
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Enséñale a tus hijos que llorar no es solo para chicas. Sentirse triste es una emoción básica y universal. No es exclusivamente una cosa de chicas. De hecho, antes de la pubertad, los niños son más propensos a la depresión que las niñas. los hombres también se sienten tristes, también tienen miedos y frustraciones, ¿por qué reprimir su llanto si es lo que funciona como una liberación emocional que es muy necesaria de vez en cuando?. Ventaja de género o como sea que lo vea la sociedad pero las niñas lloran toda esa tristeza y se desintoxican mientras lo hacen. Los niños simplemente se enferman mental y físicamente al contenerlo todo, además de que a la larga se convierte en una emoción negativa.
Hazles saber que está bien pedir ayuda
Los niños a menudo crecen con la idea de que pedir ayuda es de débiles y que ser valientes se trata de lidiar con las cosas por sí mismos pero eso es parte de una construcción social. Es importante enseñarles que ser valientes y fuertes significa saber cuándo pedir ayuda. Si hay algo que puedan hacer ellos mismos, hay que guiarlos, saber que cuentan con tu mano.
Enfrentar el miedo es enriquecedor pero para hacer esto, necesitan el apoyo adecuado. Combatir los miedos significa enseñarles a no dejarse llevar por la idea de que no pueden lograr algo. Permitir que los niños lloren, sientan y se expresen sin reprimirlos es clave para que entiendan sus emociones y no las transformen en acciones negativas.
Enseñarles a tener un corazón compasivo les ayuda a entender que las buenas relaciones no se cultivan con poder sino con estima y que el buen trato entre niños y niñas son pieza clave para que exista un balance.
A la par, enséñales a ser resilientes
La resiliencia es la capacidad de superar experiencias difíciles para entonces lograr algo positivo. Los niños que son resilientes solucionan de problemas, no se estancan en ellos. Se enfrentan a situaciones desconocidas o difíciles y se esfuerzan por encontrar respuestas. Aprenden de los errores y sobretodo, generan un cambio positivo.
La resiliencia proviene de las relaciones: los niños no sólo necesitan cuidados en cuanto a alimentación y educación académica, también necesitan atención, ser escuchados y contar con un espacio en el que puedan expresarse. Como padres, es importante ser una red confiable para que los niños sientan apoyo. Lo importante, es la calidad de la comunicación, no las horas que se intente pasar con ellos.
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