Los castigos físicos han sido una forma de intentar educar a los niños desde tiempos remotos sin embargo, cada vez se ha comprobado más que no son nada efectivos.
Ahora, los golpes y castigos físicos a menores de edad en México han quedado prohibidos, luego de que en el pleno del Senado respaldaron las reformas a la Ley General de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes y al Código Civil Federal.
Josefina Vázquez Mota, presidenta de la Comisión de los Derechos de la Niñez y de la Adolescencia, dijo que el castigo corporal entre la niñez mexicana tiene una prevalencia muy alta y preocupante.
“Más de 60 por ciento de niñas, niños y adolescentes de entre 1 y 14 años son sujetos a agresión psicológica y castigo corporal en sus hogares», dijo la legisladora al argumentar la prohibición a golpes y castigos físicos.
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Por su parte, el senador por Morena, Martí Batres, explicó que esta medida no pretende criminalizar a las madres o padres, y que la norma también aplicará a otras personas a cargo de menores y adolescentes en escuelas, centros de cuidado, instituciones religiosas y otras instancias.
El castigo corporal abarca todo tipo de castigo físico, incluidos azotes, bofetadas, pellizcos, tirones, torsiones, nalgadas y hasta golpes con objetos. También puede incluir obligar a un niño a consumir sustancias desagradables como jabón, salsa picante o ají picante.
Enseñar a los niños comportamientos aceptables así como tomar buenas decisiones y ejercer el autocontrol, es àrte fundamental en su crianza y no se consigue a base de golpes.
Muchos padres dependen de los castigos físicos para lograr estos objetivos, después de todo es una idea que ha sido transmitida por generaciones.
Esto no quiere decir que todos los padres tengan intenciones de dañar a sus hijos, simplemente creen que es la única forma en la que entenderán. Sin embargo, estas acciones generan daños a nivel emocional y psicológico que pueden pasar desapercibidos al momento y hacerse notar conforme van creciendo.
Los niños pueden ser demasiado inquietos o agresivos y la paciencia de los padres tiene sus límites, pero cuando recurren a las nalgadas, no logran nada. Las investigaciones respaldan que la violencia no funciona a largo plazo como una forma de disciplinar a un niño, porque necesita internalizar las causas detrás de su mal comportamiento. La comprensión de sus acciones no se logra a través de la violencia.
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Es importante que la sociedad entienda la importancia de frenar la violencia, especialmente cuando se trata de menores ya que es donde surgen muchos de los problemas en adultos.
Si los padres aplican castigos físicos en sus hijos, estos lo replicarán cuando tengan a los suyos. Los expertos aseguran que los niños que fueron castigados físicamente durante su infancia son más propensos a utilizar la violencia contra sus propios hijos y parejas. Incluso tienen un mayor riesgo de involucrarse en la delincuencia.
Las investigaciones muestran que la mayoría de los casos de abuso infantil comenzaron con una paliza. Las nalgadas, los jalones y los golpes incrementan al ver que el niño no responde a la primera por lo que termina siendo una medida cada vez más violenta que se convierte en abuso.
Aunque muchos adultos son escépticos, los niños que están acostumbrados a castigos físicos sí llegan a sufrir trastornos de ansiedad y depresión que sin duda afectan su vida. Los golpes los hacen pensar que no son amados y dado que su vida gira en torno a sus padres, comienzan a sentirse completamente abandonados y frustrados.
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