En oportunidades, los adultos se creen sumamente sabios y capaces de leer la mente de sus hijos, creyendo saber lo que saben y quieren. Pero nada mejor que escucharlos, así lo asegura la psicóloga Valeria Razzi @nubepsicologica.
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“A veces estamos tan seguros de saber qué quieren los niños. Crecen y aun les escogemos la ropa porque sabemos qué pantalón y camisa les gusta. Les compramos los cuadernos de un personaje porque hace un año era su favorito. A las niñas las colocamos en clase de ballet porque eso es lo que les gusta a las niñas. Y la lista continúa, pero no preguntamos porque estamos muy seguros. No hace falta preguntar”, analiza.
La experta precisa que nada mejor que preguntar y escuchar a los niños, porque al hacerlo los adultos pueden:
– Conocer qué piensan sobre cualquier tema. Esto nos permite acercarnos más a su mundo y a la perspectiva que tienen sobre lo que les ocurre.
– Ahorrarnos la tarea de escoger siempre por ellos.
– Hacer más fuerte el vínculo entre nosotros y ellos, al mostrarnos interesados por lo que dicen.
– Promover la construcción de una autoestima sana, ya que se sienten valorados.
– Conocerlos mejor y saber cómo hablarles y cuál es el mejor momento.
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– Regalarles un ejemplo de lo que pueden reproducir con sus hijos.
– Cuando escuchamos estamos fortaleciendo la relación.