Las relaciones entre lo que comemos y nuestro estado de salud son complejas. La sal es un excelente ejemplo de ello: tras décadas de debates aún siguen abiertas múltiples interrogantes.
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Con el tiempo, sin embargo, se han ido aclarando algunas cuestiones importantes. Por ejemplo, una de ellas es que, en muchos casos, para que una dieta sea equilibrada, la presencia de sal puede no ser necesaria. Es posible obtener las cantidades mínimas de sodio que se necesitan con el consumo de diversos alimentos.
La dosis adecuada
Otra cuestión muy importante es la que trata de determinar cuál es la cantidad de sal que se puede consumir a diario sin que represente una amenaza para el equilibrio emocional ni para la salud.
Encontramos aquí un amplio consenso entre los diferentes comités de expertos de los distintos países, que recomiendan a la población no consumir cantidades de sal que superen los 6 gramos diarios, es decir, dos cucharadas de postre rasas.
La sal y su relación con la hipertensión arterial
Lo que sí está bien establecido es que no todos reaccionamos igual ante la sal. Y en particular nos referimos a la relación que se establece entre su consumo y el riesgo de hipertensión arterial.
Así, por ejemplo, hoy se sabe que sólo la mitad, aproximadamente, de las personas con hipertensión (entre el 20 y el 70% según estudios presentados por la publicación de dedicada a la salud Cuerpo Mente) es sensible a la sal, es decir, experimenta una subida de las cifras de presión arterial si su dieta tiene un elevado contenido en sal y disminuye cuando reduce su consumo.