Primero fue Yuya a la que acusaron de romantizar la maternidad por compartir los buenos momentos con su bebé Mar y ahora la señalada es Ximena Navarrete por darle de comer cada 9 horas a su primogénita, con asesoría del pediatra.
Pareciera que la sociedad estuviera enfocada siempre en decir o refutar algo de lo que hacen las madres en la crianza de sus pequeños, lo que sea, pero criticar.
De hecho, según una encuesta de realizada por investigadores del Hospital infantil CS Mott, de la Universidad de Michigan, seis de cada diez madres se han sentido criticadas alguna vez en su forma de llevar la maternidad.
Estos temas de discusión pueden ir desde un “está demasiado pegado a ti”, “es muy consentido”, “debería dormir o comer solo”, o cualquier otro punto similar, generalmente por parte de amigos y familiares.
Ninguna mamá tiene un manual de cómo convertirse en experta y es normal que en el proceso se cometan errores. También es valioso escuchar los consejos de otras mujeres que con amor y respeto intentan hacerlo más llevadero.
No obstante, es problemático y frustrante recibir opiniones no solicitadas, en especial cuando estas se hacen sin empatía, consideración o verdadera capacitación para asesorar.
Las madres perfectas no existen
Cada mujer tiene el derecho de lidiar con la maternidad a su manera y puede descubrir lo que mejor le funcione a sus tiempos. Igualmente, es válido que ellas decidan poner límites espacio-temporales por su bienestar.
“Vivimos en una sociedad patriarcal en la que se desvaloriza todo lo relativo a las mujeres y el hecho de que las madres reciban críticas, tiene que ver con este asunto”, opina la psicóloga, Mónica Serrano Muñoz, a Mujer Hoy.
Por tal razón hay que detener el ‘mom shaming’, ya que cada mamá ama a sus hijos y hace lo mejor que puede para ellos. Hay que dejar de ser parte del problema y no contribuir a la cultura del odio y del prejuicio que puede destrozar la autoestima y la confianza de las mujeres.