Muchas personas tienen gatos en sus hogares por pura casualidad. Y es que en varias ocasiones, parecen ser ellos los que nos eligen y terminan adueñándose de nuestro corazón, pero ¿por qué?
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Según un estudio publicado por Nature Ecology & Evolution, citado en VIX, la explicación se remonta a miles de años atrás cuando los humanos empezaron a convivir con los felinos y le vieron puntos positivos a la relación.
El origen de los gatos como mascotas
Desde la antigüedad hasta el presente, los gatos se han asentado como uno de los mejores compañeros del hombre pese a que popularmente tengan fama de egoístas, malhumorados y pretenciosos.
Aunque para muchos ese quizás sea el encanto de estos animalitos, totalmente opuestos a los perros, la realidad es que este vínculo surgió cuando ellos comenzaron a mostrar la capacidad de proteger a sus amos.
Básicamente, la investigación expuesta en la revista científica expone que los gatos se fueron domesticando solos hasta encajar en la vida doméstica de las personas.
Al inicio, en esa relación que surgió hace más de 10 mil años atrás en el Cercano Oriente, o lo que es igual a la región más próxima al Mediterráneo, comenzó porque los felinos cazaban a los ratones que dañaban las cosechas, conforme con el citado medio.
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Esta clase de felinos salvajes habitaban en zonas cercanas a las granjas y acababan con ratas y otros roedores que amenazaban la paz de los humanos, lo que les valió que progresivamente fueras aceptados en esos lugares.
Más adelante, los gatos se fueron adaptando a la vida casera y la encontraron acogedora, segura y cómoda, por lo que convivir con familias empezó a formar parte de su naturaleza.
En el mismo sentido, la fuente afirma que la caza de otras especies como serpientes y algunos tipos de insectos terminaron por congraciarlos con los humanos, algo que ya habían hecho los egipcios.
Afirman que estas comunidades justamente veneraban a los felinos por estas habilidades de caza, lo que luego se transformó en los homenajes que conocemos en la actualidad en pinturas, jeroglíficos y estatuas.
La relación en la actualidad
«A través de una combinación de comportamiento evolucionado y buena apariencia natural, los gatos domésticos ejercían una especie de control sutil sobre nosotros», escribió la autora Abigail Tucker, citada en el mismo portal.
Así, ellos fueron incorporando en su evolución la capacidad de maullar para imitar los sonidos de los bebés, lo que hace que los humanos les presten atención o puedan persuadirlos.
Aun así, los cambios que tuvieron que hacer no fueron demasiados para adaptarse a la vida casera y robarle el corazón a cualquiera como sucede hoy por hoy, aseguró la bióloga Eva-Maria Geigl.
Solo bastó con desarrollar la cualidad de «tolerar a los humanos» y ser «menos solitarios», dos aspectos claves que los diferencian de los gatos monteses, los cuales son considerados sus antecesores.
Al contrario de los que todos conocemos, los salvajes también son más robustos, con capas de pelos más espesas, cola poblada y ancha y colores más definidos.
Como sea, a medida que transcurrieron los años, los humanos vieron que los gatos eran buenos compañeros para mantener la calma en el hogar y hoy la ciencia afirma que sus beneficios van mucho más allá que los primitivos.
Se sabe que su compañía reduce el estrés, baja la presión arterial, fortalece el sistema inmunológico, ayuda a recuperarse de un trauma emocional, su ronroneo es sanador y lo mejor, es que todo esto lo logran siendo muy independientes.
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