Cuando eres mamá, pasas gran parte de tu tiempo (o todo). haciendo malabarismos para mantener el equilibrio en casa, con tus hijos, tu pareja, tu trabajo y tus compromisos sociales. Constantemente estás atada a múltiples responsabilidades y por si fuera poco, también estás atada a lo que la sociedad espera de ti como mamá y hasta como mujer.
Cuando eres mamá, haces hasta lo imposible porque todo salga bien, no importa si eso implica perder horas de sueño o tener que partirte en veinte para atender los recitales de tus hijos y al mismo tiempo asegurarte de que vayan bien en la escuela y sean niños felices. Sin embargo, cuando eres mamá, también te olvidas de algo muy importante: de ti misma.
Y es que dicen que «solo puedes amar a tu hijo tanto como a ti misma” lo que se traduce en que el bienestar de tus hijos debende de tu propio bienestar (y cuando hablamos de «bienestar» es algo más allá de simplemente «estar bien»).
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El amor propio es la base de todo. Dormir bien, comer bien, hacer ejercicio, reír, salir con amigas o tener un tiempo para estar a solas, sin pensar en nada más. Hay un sin fin de cosas con las que puedes nutrir ese amor propio. Si, el amor que una le da a sus hijos es más grande que nada pero el amor hacia una misma de ser una prioridad.
La idea de sólo pensar en tus hijos hace que creas que no necesitas nada más que la satisfacción de ser madre. Es más, ni siquiera tienes que ser madre; la sociedad nos ha hecho creer a todas que hay que poner a todos antes que a una misma y eso es lo que termina por enloquecernos.
Ser como la sociedad espera que seas, deja poco espacio y energía para concentrarte en tus propias necesidades y en lo que realmente quieres en tu vida. En consecuencia, el cuidado personal rápidamente se queda en el olvido.
Cuando dejas de cuidarte por atender a todos, tu salud en general sufre las consecuencias: te vuelves más irritable, fatigada, estresada y susceptible a los estímulos del mundo exterior. Por si fuera poco, te vuelves incapaz de tomar mejores decisiones y de reaccionar a situaciones de riesgo con tus hijos.
Entonces, para salvar su salud (y cordura), ¡tómate el tiempo para cuidarte!
Esto no significa que te olvides de tus hijos pero la maternidad no debe ser una condena. No eres un superhéroe como en las películas. Sí, haces cosas fantásticas por los tuyos y no cualquiera puede hacer todo lo que una madre hace. .Pero eres humana, cometerás errores y está bien, es parte de lo que te hace crecer.
No seas tan dura contigo misma. Está permitido llorar y gritar cuando sientes que no puedes más. Está permitido pedir ayuda. Está bien ser vulnerable. También está bien dar todo el amor que tienes para dar, después de todo, son tus hijos, a quienes amaste desde el primer instante en que supiste que estaban en tus entrañas. Pero por nada en el mundo debes dejar de pensar en ti y en tu bienestar.
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Lo peor que puede hacer una mamá es olvidarse de sí misma
Invierte tiempo en tu salud. Sé honesta, ¿cuándo fue la última vez que te hiciste un chequeo de cuerpo completo? Debes saber que tu salud y bienestar son tan importantes como el de los demás miembros de tu familia. Por lo tanto, tómate el tiempo para vacunarte, hacerte una revisión dental o ir al ginecólogo.
Aliméntate bien. Es casi seguro que muchas veces olvides comer bien por atender a tus hijos pero tu cuerpo necesita esa energía para funcionar.
Encuentra tu lugar feliz. Piensa en un lugar que hace que sea simple ser tu. Eso significa poder sentarte en silencio y abrazar el aquí y el ahora sin pensar en lo que se debe en el trabajo o qué facturas debes pagar. Tu lugar feliz debe hacerte olvidar todo lo que ocurre en el exterior, hacerte sentir protegida e inspirada.
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