Un fiel defensor de la naturaleza, desde hace años usa sus redes sociales para mostrar su lucha más potente: Alto Maipo. Por estos días esa bandera se une con el gran movimiento social que surgió en Chile, del cual también se siente parte.
Se hizo conocido por su destacado desempeño deportivo en el reality Año 0, de Canal 13, y por ser parte del programa de aventuras de TVN, La Odisea, junto a su tío Ricardo Astorga. A finales de 2013, inició una relación con la reconocida abogada e influencer, Raquel Calderón, con quien compartió durante cuatro años.
Pero la familia Astorga ya era conocida en el Cajón del Maipo como defensora de su entorno. En momentos difíciles, Pangal agradece el valor de estar siempre unidos, de vivir en comunidad. “Cuando necesitas algo, sabes que van a estar ahí”, asegura.
El compromiso de Pangal con el medioambiente es profundo. En 2016, comenzó a construir su casa de forma completamente sustentable, con barro, neumáticos, materiales reciclados y paneles solares. Durante tres años, el kayakista compartió en sus redes sociales los avances de la vivienda que inauguró en enero de este año. “Nunca me han gustado los lugares donde se juntan muchas masas. Prefiero la libertad, la tranquilidad. Me gusta el Cajón del Maipo”.
Aunque reconoce que vivir ahí es como estar en una burbuja, alejado del caos de la ciudad, apoya las manifestaciones, porque está convencido de que Chile es un país muy injusto. “No puede ser que una persona se muera esperando una hora para ser operada. No puede ser que no protejamos lo más importante”, señala.
¿Te imaginabas que se podía generar un estallido social como éste?
Para mí, el caos y la desigualdad en Chile siempre han estado, y la gente ahora ya está chata. Como se dice, “Chile despertó”. Pero de qué manera despertamos, de qué manera. ¿Te acuerdas de la marcha por las AFP, que fueron miles y miles de personas, y no pasó absolutamente nada? El Estado no hizo nada y ahora, que quedó la embarrada, que la gente salió, destruyó y saqueó, recién están escuchando, cambiando las leyes. Entonces, ¿qué quiere el Estado? ¿Quiere que seamos unos terroristas para ser escuchados? Lo mismo está pasando en el Cajón del Maipo. Estamos luchando hace doce años contra el proyecto hidroeléctrico Alto Maipo, de forma pacífica, pero la rabia va creciendo cuando vemos que dos empresas extranjeras se van a llevar nuestra agua para venderle electricidad a Argentina. Es ahí cuando vamos a saltar de rabia y no sé qué va a pasar…, pero algo heavy va a pasar en el Cajón del Maipo.
¿Cómo han mantenido la lucha por el agua?
Todas estas luchas, por la educación, por la salud, por las AFP, no van a servir si no luchamos por lo más importante, que es la vida misma: el agua. El agua nos da la vida, mantiene todo vivo; la naturaleza, los árboles, y la estamos dejando de lado. Estamos en guerra, como dijo el Presidente, pero estamos en guerra contra la codicia, la avaricia, las grandes empresas, y estamos en guerra con algo que nunca deberíamos estar en guerra, con la naturaleza. La estamos, literalmente, destruyendo, y sin ella no podemos vivir acá, y eso es lo que el ser humano todavía no entiende.
¿Qué es lo que ocurre en el Cajón del Maipo?
Está pasando a solamente 45 minutos de Santiago. El Río Maipo da el 25% de agua a todo Chile, y el 80% a Santiago, y lo estamos matando. Dos empresas lo están destruyendo y toda la electricidad no va a ser para Chile, sino que para la minera Los Pelambres y para Argentina. En Chile, a capacidad completa, se producen 25 mil mega watts, y la demanda de Chile es de diez mil. Estamos transformándolo en un país de sacrificio para entregar otra electricidad, para que empresas gigantescas de otros países se vuelvan ricas a costa de nuestros recursos. El agua es un recurso muy estratégico, y no puede estar en manos de privados. El que tiene el agua va a tener el control de todo. El agua tiene que volver a Chile, ése es el primer paso. Proteger los glaciares, que son las reservas de agua potable de Santiago. Ahora estamos con ambos glaciares con deshielo y no están protegidos.
¿Cómo crees que estamos en comparación con otros países?
Muy atrasados. La conciencia ecológica en otros lugares es tremenda. Somos un país muy nuevo. Si no damos un paso gigantesco, estamos destinados a la destrucción. Cada día veo más mensajes en redes sociales que dicen que el cambio también tiene que ser ambiental, la crisis también es ambiental. Por ejemplo, Pascua Lama, una empresa destinada a sacar los glaciares y el oro de adentro. ¿De qué sirve el oro? ¡El agua sirve para la vida! ¿Qué tiene que pasar? Que abras la llave de tu casa y no salga nada. Esta crisis social es por todo eso, y creo que mi labor, el sentido que le tengo que dar a esto, es que despertemos con lo más importante que hay, con la vida, con la tierra. Estamos viviendo en un globo que está suspendido en el espacio, y lo estamos haciendo mierda. Acá tenemos las reservas más grandes de agua potable y hay que protegerlas. Nacionalicemos el agua.
¿Hay mucho individualismo?
Demasiado. Es hora de que los políticos abran los ojos y velen por el pueblo, no por ellos mismos ni por su partido. Es tiempo de que tengamos políticos de verdad.
Desde tu posición. ¿Cómo te identificas con las demandas?
Tengo suerte: tuve educación privada, fui a la universidad, tengo una familia. Si tengo un accidente, voy y me operan esa misma noche. Soy un privilegiado, siempre lo he dicho y, por eso, digo que éste es un país muy desigual. No puede ser que la gente se muera en listas de espera. Tengo un trabajador que se tiene que operar de la cadera, lleva tres años esperando y quizás va a esperar tres más. Lo estamos ayudando. A nosotros no nos han regalado nada. Desde chicos hemos trabajado y nos hemos sacado la mierda, literalmente.
¿Y qué piensas que pasará?
No quieren soltar el poder, no quieren perder plata. Si tiran leyes heavy, las grandes empresas se van a la mierda. El egoísmo, el poder, eso hay que cambiar. Esto no puede seguir así. Nosotros intentamos entregar buenos sueldos. Es difícil, pero, si hay un esfuerzo de todo el país, se puede. Está bien que se haga negocio, pero no a esas cantidades, a ese nivel que estamos secando nuestro país. Estamos en un país injusto, con mucha desigualdad, aunque aún somos un oasis en toda Sudamérica. He viajado mucho y no existe un lugar como Chile. Somos privilegiados, con toda la naturaleza y la geografía.
¿Qué es lo que más te gusta de Chile?
Todo. El chileno es trabajador, nunca le va a faltar nada, porque se saca la mierda y es muy busquilla. Es muy acogedor y siempre, si puede ayudar, lo va a hacer. El chileno tiene la “chispeza”, como se dice. Vas al sur y no pasas hambre, porque te invita el señor a comer empanada. ¡Llegas guatón del sur! (ríe). El chileno es luchador y esto no va a quedar aquí; va a seguir luchando hasta que existan realmente cambios. No avalo la violencia, para nada, ni de Carabineros ni los manifestantes, pero cómo cresta nos van a escuchar.
Cambiemos de tema. Hace algunos meses contaste en televisión que estabas en un proceso de conocerte y entenderte. ¿Qué has aprendido en este proceso?
Que no me gusta estar solo. Tengo una casota (ríe).
¿Y ahora estás soltero?
Sí, soltero. Hay que encontrarse, es un camino gigante y largo. No es fácil. Estoy con mi perro. Uno sabe cuando alguien va a llegar, alguien importante en la vida. No me quejo. Tengo una familia muy grande, como una comunidad muy unida.
¿Qué destacas de vivir en comunidad?
El apoyo. Es con la gente que has vivido toda tu vida y te ayudan, ciento por ciento. Cuando necesitas algo, sabes que van a estar ahí. Eso se siente al vivir en comunidad, un apoyo tremendo. No estás solo.
Eres influencer de algunas marcas. ¿Cómo te ha afectado esta crisis?
Las marcas están súper conscientes de todo lo que está pasando y entienden. Sigo trabajando con las mismas y siempre me han apoyado. Están esperando, como todo el mundo, ver qué pasará.
¿Te gusta trabajar con marcas que te representan?
Es difícil. Uno tiene que ver para dónde va la vida y dónde aprieta el zapato. Debes seguir tu esencia, lo que eres tú, pero a veces, uno se cuestiona todo. Tienes que vivir y ver cómo lo haces, ir buscando tu camino, pero no es fácil, con los discursos que uno tiene. A veces caes en una trampa.
Eres fanático de los deportes extremos. ¿Le tienes miedo a la muerte?
No. A lo único que le tengo miedo es a hacer sufrir a mi familia, a los que dejas. Ahora la muerte se ha alejado más de mí, porque estoy pensando más las cosas, estoy más maduro (ríe). De los 27 en adelante, te pones gallina total. Ya no me estoy tirando de cascadas de 30 metros, pero sí estoy volando en lugares peligrosos.
Entonces, ¿a qué más le tienes miedo?
A que no despertemos como sociedad, a que el mundo no reaccione, a la gente que no cambia aunque les des argumentos. Pero no hay que vivir con miedo, porque, si se vive con miedo, no se disfruta la vida, y la vida es tan corta. Tengo miedo a quedarme sentado deprimido, no creo que sea mi caso, pero quizás, de no tener tanta energía.
¿De dónde sacas esa fuerza?
Es todo mental. Siempre he dicho que el que quiere, puede. Está todo en la mente, aunque el cuerpo te acompaña, es tu medio de transporte, necesitamos cuidarlo. Estoy hecho mierda, tengo las dos rodillas quebradas, pero se saca energía de ese lugar. Hay que ser positivo siempre.
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