¡No es buena idea!
1.- Regresas porque es conocido.
Normalmente regresamos a esas zonas de confort. En aquellos lugares en donde nos sentimos cómodas, nos da cierta estabilidad, y sabemos qué esperar.
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Ya no hay la ansiedad de cómo será esa persona o cómo nos sorprenderá. Al menos, con la esencia no podrá enseñarte un camino que no conozcas.
2.- No hay muchas sorpresas de por medio.
Podemos mejorar, y más cuando han pasado muchos años. La edad nos da un enfoque distinto, y eso consigue abrir nuestras perspectivas. A veces amamos muy jóvenes y por ello cometemos errores que hoy en día no haríamos.
Sin embargo, hay aspectos de esa persona que jamás van a cambiar, parte de su personalidad y poco tiene que ver con la madurez. Si esto te suena conocido, y sabes que jamás va a cambiar…¿qué haces ahí?
3.- Siempre habrá un marcador.
Si alguien se hizo mucho más daño que el otro siempre quedará en la mente de esa persona. Si te hicieron algo, tendrás un marcador sintiendo que todo el tiempo esa persona te debe algo.
4.- Es mucha presión social.
No debería importante lo que dice de ti la gente. Pero en cualquier caso es muy incómodo volver a ver a esos amigos, a la familia, y todos aquellos que vieron cómo terminó todo.
5.- El final no cambia.
Dicen por ahí que regresar con un ex es como ver la misma película y esperar un final distinto.