Nunca se debe subestimar una espinilla. Así lo comprueba la terrible historia de Emily Foreman, quien detectó un pequeño bulto detrás de su oreja a principios de 2018 y lo dejó pasar porque consideraba que era solo un grano. Pero justo antes de cumplir 21 años, descubrió que se trataba de un cáncer agresivo y terminal que se había diseminado a los ganglios linfáticos circundantes y sus pulmones, reseñó The Sun.
“Inicialmente, esto no me preocupó; no fue hasta abril del año pasado, cuando el bulto se duplicó en tamaño y mi oído comenzó a entumecerse cuando decidí acudir a mi médico de cabecera local”, explicó la originaria de Nueva Zelanda.
Después de múltiples exploraciones, biopsias, derivaciones, Emily se sometió a una operación mayor de seis horas para extirpar el carcinoma indiferenciado de células grandes ubicado en su glándula parótida salival principal.
El procedimiento dejó su lado derecho de su cara paralizado. A pesar de esto, la vida de Emily volvió a la normalidad y pudo retomar sus actividades.
“Poco a poco volví a mi trabajo como maestra de la primera infancia y finalmente pude volver a mi semana habitual de 40 horas. Incluso estaba considerando comenzar mi licenciatura en enseñanza”, detalló.
Y justo cuando pensaba dejar en el pasado la pesadilla del cáncer, regresó el tumor: “Siempre existía la posibilidad de que el cáncer regresara, pero nunca en un millón de años esperaba esto, o que ocurriera tan pronto”, dijo Emily.
“Esto cambió todo. Debido a que las lesiones eran tan pequeñas y se extendían por mis pulmones, la cirugía no era una opción, tampoco podíamos hacer radiación, ya que esto dañaría demasiado mis pulmones”, explicó.
Su única opción de tratamiento es la inmunoterapia, cuyo costo se eleva a 60 mil dólares, por lo que iniciaron una campaña de recolección de fondos. Hasta el momento han recaudado 25 mil dólares.
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