Shiram Diana Atamaint Wamputsar es uno de los personajes más visibles en la política del Ecuador en este 2019 por su gestión a la cabeza del Consejo Nacional Electoral (CNE), el máximo organismo de sufragio para coordinar las Elecciones Seccionales y Elección de consejeras y consejeros del Consejo de Participación Ciudadana y Control Social (CPCCS) este 24 de marzo del año en curso.
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Diana se considera una líder innata, independientemente de su rol como titular en el CNE, se ha destacado en la Asamblea Nacional y en las comunidades amazónicas al trascender con el tema cultural a través del rescate de su vestimenta y costumbres shuar.
Conversamos con ella y nos metimos en la cápsula del tiempo en la que recordamos los inicios de su empoderamiento político así como aquellos de su vida familiar. No todo ha sido color de rosa. Hay capítulos de su vida que los regresa a ver con nostalgia.
Sufrió discriminación en los primeros años de su vida mientras cursaba la escuelita, alejada de su comunidad. Estudió en aquella institución fiscomisional ya que sus padres eran profesores, pioneros en la educación radiofónica.
Las compañeras le decían «jíbara» por su pertenencia étnica. «De unas 200 niñas, solo yo era de la comunidad shuar. Ellas me aislaban de sus eventos y me atrevo a decir que hasta mis profesores no destacaban mi buen rendimiento académico haciéndome a un lado en el cuadro de honor como escolta o abanderada. Otras niñas se llevaban estos títulos con un promedio más bajo al mío», rememora.
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Señala que siempre se esforzó por acentuar otros ámbitos fuera de la belleza y los estereotipos. Fue basketbolista seleccionada de la provincia y en el colegio ya alcanzó ser portaestandarte. «Mi intelecto era avanzado y las bonitas siempre me pedían los deberes; y yo por encajar en con todas dejaba a un lado los accesorios de mi cultura porque era sinónimo de burla e incluso me tinturaba el cabello más claro», cuenta Diana.
Esa forma de pensar cambió cuando me se fue involucrando a su organización ya que le hizo entender el valor de la identidad, la pertenencia y las luchas. Ya no era una niña. Ver a su padre como líder de la organización la motivó. Recuerda que usaba el traje típico, los accesorios de su cultura y pintura en el rostro cuando las autoridades nacionales como ministros y presidentes llegaban a su comunidad.
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Luego de obtener el título universitario y convertirse en la primera mujer shuar como ingeniera comercial regresó a impulsar los proyectos para su comunidad y vio la necesidad de rescatar y reinsertar las costumbres de su cultura a través de la vestimenta, la lengua y sus prácticas. Cuando fue elegida como diputada por Pachakutik, el primer día de trabajo decidió ir con su traje típico. Una túnica de colores vivos y accesorios como artes con plumas y collares de semillas o mullos.
Sintió miedo por el qué dirán pero se llevó la sorpresa cuando sus colegas aplaudieron el hecho de mostrarse como un auténtica mujer shuar. Su traje es originalmente sin zapatos pero en Quito no se dio ese lujo y fue adaptando su estilo. La túnica se remplazó por un vestido y escogió varios pares de sandalias y zapatos bajos.
Diana tiene un clóset lleno de collares y aretes de varias comunidades, no solo las amazónicas ni shuar. Ha coleccionado estos accesorios desde el años 2008 y guarda con mucho amor aquellos que han sido regalados por varias mujeres brasileñas, guatemaltecas mexicanas o de las mapuches de Chile así como de las féminas de comunidades locales.
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Ha destacado su estilo al hacer un sinnúmero de combinaciones en su vestimenta diaria. Lo característico de sus accesorios es que son hechos con plumas -en el caso de los aretes- así como mullos de colores vivos y semillas preservadas de alimentos en los collares y pulseras. Diana también aprendió y heredó de su madre la práctica de confeccionar los collares y aretes y ella lo practica en sus momentos de estrés para relajarse o cuando compra alguno que no le gusta lo modifica a su manera.
Para ir a su oficina, ella prepara la noche anterior su outfit siempre destacando los aretes o el collar. Esto es algo muy visible a los ojos de quienes asisten a sus sesiones del Pleno. Su color favorito es el turqueza y también los derivados del azul porque afirma que es un tono lleno de energía y poder.
Recuerda que antes los collares incluso se hacían con monedas y generalmente lo usaban los hombres por el peso que implicaba. En este sentido también se usaban huesos del armadillo, jaguar y varias aves. Respecto a los diseños tienen mucho que ver con las figuras de la cosmovisión andina como es el sol, la chacana, las montañas, etc. Ella admira a todas las culturas y sus trabajos con los colores del arcoiris.
Al ver sus aretes grandes de plumas se pensaría que son pesados pero realmente es todo lo contrario. Están hechos con plumas de los tucanes, guacamayos y loros.
Otras característica muy visible en Diana es que posee una larga cabellera de un tono negro azabache. Esta cobija toda su espalda hasta la cintura y luce muy brillante y cuidada. Al cuestionar cómo la mantiene, la líder shuar indica que no tiene un tratamiento específico para eso pero la cepilla a diario y corta sus puntas de vez en cuando para darle forma.
«Llevar el cabello largo en mi cultura es un símbolo importante de feminidad y esto además de una figura fornida y robusta en las mujeres es lo que conquista a nuestros hombres. Pues respetamos a nuestra diosa Nunkui que es el símbolo de todo lo femenino. Cuando una mujer corta su melena significa que hay días de tristeza o luto en su vida. Yo soy muy versátil, he pensado pintar de borgoña o un color vino mi cabello pero aún no me arriesgo por mi trabajo», explica Atamaint.
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En familia
Atamaint está divorciada y vive en Quito con sus dos hijos, una joven de 25 años y su hermano de 21. Su hija estudia enfermería y le ha confesado que quiere volver a la Amazonía, además cuando tiene la oportunidad también usa collares y aretes de la comunidad de su madre. Además estudia la lengua nativa.
Diana ha buscado inculcar todo esto con ellos. Su hijo también aprendió la danza shuar, una practica considerada más fuerte que ir al gimnasio por sus fuertes pasos y saltos. Le regaló una corona de plumas que es muy común en la vestimenta de los varones de la comunidad.
Atamaint señala que le lastima cuando su familia ve las críticas hacia ella pero recalca que son su fortaleza en los momentos más difíciles. Por ahora aclara que del Organismo Electoral saldrá «con la frente en alto como de cualquier otra dignidad en la que he colaborado y en las que he participado con mi gestión».