Todas conocemos la sensación de estar nerviosas o incómodas en un evento o compromiso social. Tal vez seas la típica calmado que al conocer a alguien nuevo o te pongan al frente de una gran audiencia, te suden las manos y te tiemble el cuerpo entero. Quizá lo peor que te puedan pedir es hablar en una presentación de la oficina o que te pongan frente a un montón de desconocidos. La mayoría de la gente puede superar esto pero si padeces de ansiedad social, es probable que no haya poder humano que te haga evitar un mal trago.
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Seguro conoces personas que disfrutan ser el centro de atención, ir a fiestas, conocer gente, cantar en el karaoke frente a todos, participar en obras de teatro o dar una conferencia entera sobre alguna experiencia de vida.
Sin embargo, en tu caso, tan sólo pensar en hacer alguna de esas cosas te pone a sudar e hiperventilar. Esto no es algo fácil de entender y muchos a los que se les facilita la parte de socializar, podrían presionarte o insistirte en que «no pasa nada».
Pero sí pasa, al menos para alguien que padece fobia social. Es imposible evitar la necesidad de salir corriendo de lugares concurridos o de bajar la mirada cada vez que alguien te dirige la palabra. Es una situación incómoda y desgastante que no se supera con tan sólo «hacer un esfuerzo».
Pero debes saber esto: El trastorno de ansiedad social (también conocido como fobia social o ansiedad social) es uno de los trastornos mentales más comunes, por lo que si lo tienes, hay esperanza. La parte difícil es poder pedir ayuda.
Cualquier persona con trastorno de ansiedad social puede experimentarlo de diferentes maneras. Pero algunas situaciones comunes con las que las personas tienden a tener problemas son al hablar con extraños, al hablar en público, al tener una cita, al hacer contacto visual, al usar baños públicos, asistir a una fiesta o incluso a la escuela o un nuevo trabajo.
Todas las personas socialmente ansiosas tienen diferentes razones para temer ciertas situaciones. Pero en general, es un miedo abrumador de Ser juzgados por otros, de sentirse avergonzados o humillados, del miedo de ofender a alguien accidentalmente y tener que enfrentarlo o de ser el centro de atención.
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Es una situación terrible que puede venir con latidos rápidos, tensión muscular, mareos, dificultad para respirar o la sensación de que te vas a desmayar o a vomitar.
Lo importante es mentalizarte a que todo pasa y que no tienes por qué dejar que tus miedos se apoderen de ti. Sólo tú tienes el control y nadie más. Aunque sientas miedo a las situaciones sociales sabes que, tarde o temprano, debes enfrentarte a ellas, y que de ello pueden depender cosas importantes, como un puesto de trabajo o una relación personal.
Si evitas constantemente situaciones sociales por miedo, será difícil alcanzar aquellas cosas que deseas o te importan.
No dejes que tu imaginación te traicione. Muchas veces lo que sucede con la fobia social es que imaginamos el peor de los escenarios y nos concentramos en cosas que no han sucedido y que probablemente no sucederán. Pensamos que los demás nos está mirando o juzgando y muchas veces ni siquiera se han percatado de nuestra presencia o están concentrados en lo que van a comer o las deudas que tienen que pagar.
Tu imaginación te puede jugar sucio en situaciones sociales y al final tú misma puedes provocar que las cosas salgan mal. Tu actitud es la que sí puede influir en lo que los demás piensan o dicen así es que lo mejor ¡es que no te predispongas a tensar tu cuerpo desde que cruzas la puerta!
Piensa en cómo quieres sentirte y lo que quieres lograr al presentar un proyecto frente a todos o ir a una fiesta. En vez de centrarte en el miedo, piensa en cómo te gustaría estar y cómo te gustaría que todos te conocieran. Ponte en modo valiente. Sé que no es fácil pero tampoco es algo imposible. Busca llenarte de ese sentimiento de confianza y seguridad, de paz y de éxito para que domines la situación. Puedo jurarte que nadie puede saber lo que de verdad está pasando por tu mente así que mejor «finge sabes lo que estás haciendo» y triunfarás.