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Zabivaka, la triste historia detrás de la mascota del Mundial Rusia 2018

Zabivaka: la mascota de Rusia 2018 que está en peligro de extinción

Agencias

Aunque arranque sonrisas en grandes y pequeños, la historia de la mascota oficial de la Copa Mundial de Fútbol Rusia 2018 está marcada por la tragedia. Zabivaka es un lobo en peligro de extinción y su caza es apoyada por autoridades rusas, nos cuenta el doctor Diego Díaz Martín, @DDiazMartin.

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A través de su blog, el biólogo explica que en Rusia existen cuatro subespecies del lobo gris: euroasiático, del mar Caspio, tibetano y tundra. Revela que “se han reducido drásticamente en los últimas décadas, debido principalmente a su cacería”

De hecho, organizaciones ecologistas estiman que sobreviven de 30 a 50 mil lobos en Rusia. Para Díaz Martín “aunque viste orgulloso los colores de la selección rusa, Zabivaka esconde la triste historia de conservación de los lobos siberianos que el gobierno ruso no ha sabido manejar”.

Zabivaka: la mascota con una triste historia

La mascota surgió de un concurso que ganó Ekaterina Bocharova, estudiante de la Universidad de Tomsk. El ecologista afirma que la universitaria se inspiró en su perro, un Airedale Terrier, “una raza grande y fuerte de origen británico de la región de Yorkshire».

Pero la simpatía que despertó en el mundo, siendo la mascota más votada de los mundiales, no es la misma que tiene en la sociedad rusa. Aunque –asevera Díaz Martínez– no suelen atacar a humanos, su presencia en algunas ciudades ha sido presentada como un grave peligro, propiciando rechazo en algunos sectores.

El especialista expone estadísticas del Ministerio de Naturaleza de Rusia, en las que se evidencia su naturaleza depredadora: los ataques de lobos acaban cada año con cerca de 34 mil alces, 140 mil renos, 123 mil corzos, 40 mil jabalíes, casi tres millones de liebres y 70 mil castores. Generando pérdidas de hasta 651 millones de dólares.

Para el ecologista la situación de los lobos rusos se agudizará por dos razones fundamentales: primero porque las autoridades gubernamentales auspician su caza, ofreciendo cerca de 500 dólares por cada ejemplar, y segundo porque no existen medidas que los protejan. “Sin dudas, un fracaso en la gestión conservacionista siberiana”, sentencia Díaz Martínez.

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