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Las causas detrás del desperdicio de alimentos en nuestro país

Falta de iniciativas sociales, escaso compromiso político y poco conocimiento son algunas de las razones que explican esta grave problemática.

La Pérdida y Desperdicios Alimentarios (PDA) se traduce al despilfarro de ¼ del agua dulce, 1/3 de la superficie productiva y pérdidas económicas avaluadas en 2 billones de euros. Si es tan alto su costo, ¿por qué ocurren y por qué siguen aún ocurriendo?

La principal razón es que se intenta vender lo que se produjo, en lugar de producir lo que se va a vender. Difícilmente dejará de pasar si los actores de los diferentes eslabones de la cadena no se comunican entre ellos, o los consumidores no dejamos de comprar más de lo que necesitamos, o exigimos comprar frutas y verduras fuera de sus ciclos productivos naturales. Si nosotros pagamos, ellos nos producen.

Otra razón es por las políticas, reglamentaciones y normativas en torno a la inocuidad. Si bien son fundamentales para la seguridad alimentaria, estos parámetros podrían reestructurarse con el fin de disminuir las PDA. Muchas veces se desechan alimentos por parámetros estéticos, o por fechas de caducidad definidas meramente por un parámetro más bien sensorial. Faltan estudios que modifiquen, corroboren y sustenten un cambio en estos reglamentos y normativas.

La falta de conciencia del despilfarro y sus consecuencias sociales, ambientales y económicas es un gran factor. Elegir frutas o verduras por su carácter estético, no se traduce siempre en un mejor sabor o una ventaja en cuanto a su composición nutricional. Es más, existen estudios científicos que nos demuestran que las “frutas machucadas” podrían tener más antioxidantes, como también las partes no usualmente comestibles de nuestros vegetales, como las hojas de betarraga.

Algunos reclaman que faltan iniciativas sociales para la recuperación alimentaria. En Chile existen bancos de alimentos, además de iniciativas sociales que buscan disminuir las PDA, como Disco Sopa. Contribuyen enormemente a la reducción éstas, sin embargo, atacan principalmente a la creación de consciencia colectiva al respecto y no al término de las PDA per se. Es necesario apoyar más este tipo de iniciativas, y crear campañas que involucren a todos los actores para lograr impacto y buena difusión a través de medios masivos de propaganda.

No existen datos, nadie ha cuantificado cuánto son realmente las PDA. La FAO describe que es aproximadamente 1/3, sin embargo, esto no contempla las pérdidas en los cultivos en el sector agrícola, que muchas veces dejan de vender, transportar e incluso recolectar sus productos por una baja del precio, ya que sencillamente no les es rentable. Tenemos una idea global de qué, cómo y dónde perdemos, podría ser mejor, pero con esto ya podemos trabajar.

Finalmente, existe una falta de compromiso político, en donde se intente hacer un trabajo intersectorial, colaborativo, que involucre distintos actores, se financien investigaciones, se creen nuevos alimentos, se potencien innovaciones en el sector agrario. Faltan incentivos que estimulen beneficios en tributación o una economía circular, donde reciclar y volver a producir sea más rentable que botar. Sin embargo, esto difícilmente ocurrirá si nuestra economía se basa en “producir más” en lugar de “optimizar más”. Es difícil luchar contra un sistema que cree que el desarrollo de un país se incrementa al aumentar la superficie cultivable, en lugar de generar más con los mismos recursos de manera sustentable.

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