Vivimos en ciudades que han sido edificadas ignorando la presencia del peatón y sólo teniendo en cuenta a los automovilistas. Se amplían las carreteras y se intenta que la experiencia de quienes conducen sea cada vez más agradable.
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Caminar tiene beneficios para nuestra salud y la salud del planeta, eso todos lo tenemos claro. Entonces, ¿por qué no se motiva su práctica?
Según la encuesta Origen Destino de Viajes del 2012, en Santiago se realizan todos los días 18 millones de viajes. De acuerdo a esto, la caminata es la forma más utilizada (34 por ciento), seguido por el automóvil (26%) y el transporte público (23%). Esta realidad también se puede extender a las otras ciudades del país.
Sin embargo, quienes se aventuran a caminar por las ciudades se topan con un entorno que favorece muy poco la práctica de esta noble actividad, volviéndola, en algunos casos, peligrosa.
De acuerdo a un estudio de la Comisión Nacional de Seguridad de Tránsito (Conaset), nuestro país posee la mayor tasa de peatones fallecidos por accidentes de tránsito entre los países de la OCDE (40 por ciento).
Sólo en 2015, 10.114 peatones estuvieron involucrados en accidentes de tránsito: 564 fallecieron y 8.695 resultaron lesionados.
“El auto se volvió el rey de la urbanidad y nos olvidamos un poco de todo lo demás…Hay barreras, no se le da prioridad al peatón; en la Ley de Tránsito él no es el centro, sólo lo menciona en relación al auto. El peatón chileno está expuesto a varios peligros: la infraestructura y el entorno no es favorable para él, hay problemas con la señaléticas. Hay una cultura del caminar que hay que fomentar”, explica Mariana Fulgueiras, quien es investigadora del Centro de Políticas Públicas de la Universidad Católica.
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Por estos días, la profesional encabeza el concurso “Ciudad Caminante”, instancia que premia ideas que busquen mejorar la experiencia de caminar en la ciudad y así fomentar su práctica entre la ciudadanía. El primer lugar se lleva seis millones de pesos y está dirigido a todo el público en general.
“Debemos promover la caminata como el medio más sustentable y que mejor le hace a la ciudad. Nos hace bien a todos. Una ciudad caminable es una ciudad más diversa, más integrada. Tiene beneficios por todos los lados…Para eso es necesario un cambio de mirada desde la planificación y desde las personas. Desde la autoridad, el peatón tiene que volver a ser el centro de la atención”, agrega la antropóloga.
Los peatones podemos volver a recuperar los espacios que alguna vez fueron nuestros. Podemos movernos por nuestras ciudades de una forma económica, sana y en armonía con nuestro entorno. Es nuestro derecho.