¿Un tomate puede hacer engordar y el arroz adelgazar? Parece ser el sueño de toda persona que quiere adelgazar o la “anti ley” de cualquier dieta, pero un reciente estudio realizado por Eran Segal y Eran Elinav del Instituto de Ciencia Weizmann de Israel, indica que los niveles de azúcar producidos por los alimentos varían en cada persona.
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Para muchos que han hecho una dieta y no logran bajar de peso, este estudio podría traer la respuesta ante todos los sacrificios sin bajar ni siquiera un gramo.
Cabe destacar que el llamado índice glucémico (IG), es utilizado hace varias décadas para clasificar los alimentos según cómo afectan a los niveles de azúcar en la sangre, y es un factor utilizado por médicos y nutricionistas para desarrollar dietas saludables. Sin embargo, este sistema se basa en estudios que promediaron cómo respondieron pequeños grupos de personas a diversos alimentos.
Ante la realidad de que a muchas personas simplemente no les funciona una dieta determinada, los investigadores realizaron este nuevo estudio donde se ha comprobado que el IG de un determinado alimento no es un valor fijo, sino que depende de la persona.
Para realizar este estudio se reclutaron a 800 voluntarios sin diabetes de 18 a 70 años que durante una semana, quienes fueron intensamente monitoreados con un aplicación en todo lo que concierne a la dieta: niveles de glucosa, calorías y nutrientes ingeridos, ejercicio, historial médico, patrones de sueño, eventos estresantes e, incluso, composición de sus heces.
Los voluntarios recibieron unas cuantas comidas estandarizadas e idénticas en sus desayunos. Después, los participantes podían comer como lo hacían habitualmente. Tras analizar todos los datos, los investigadores comprobaron que la misma comida tenía efectos muy distintos sobre la glucosa en cada participante.
Según indicó Eran Segal al medio EurekAlert!, estos resultados son un gran paso para descubrir por qué las dietas tienen efectos diferentes en cada persona:
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La mayoría de las recomendaciones dietéticas que uno puede imaginar se basan en uno de estos sistemas de clasificación, sin embargo, lo que la gente no destaca es que existen profundas diferencias entre los individuos: en algunos casos, tienen respuestas opuestas, y esto es realmente un gran agujero en la literatura científica.
Un ejemplo claro de esto es que un voluntario tenía importantes alzas de azúcar después de comer plátanos, mientras que otro participante del estudio le ocurría lo mismo con las galletas. Hubo individuos, incluso, cuyo nivel de glucosa se elevaba notablemente comiendo algo aparentemente tan saludable como un tomate, y otros que engordaban más comiendo sushi que helado.
Con estos resultados, los científicos desarrollaron un algoritmo que predice la respuesta glucémica que tendrá cada persona hacia cada alimento. A diferencia del IG, el algoritmo no sólo tiene en cuenta la composición de la comida, sino los 137 factores de los que depende su efecto en el organismo de cada persona.
De acuerdo con este algoritmo, Segal indica que las personas que están a dieta pueden consumir alimentos que nunca pensaron incluir en un régimen alimenticio bajo en calorías:
Algunas personas pueden beber alcohol o comer chocolate y helados con moderación, comidas que nunca encontrarías en las recomendaciones de un nutricionista. Antes pensábamos que la gente no escucha o come sin control, pero quizás hay gente que está cumpliendo y lo que ocurre es que los estamos aconsejando mal.
Por ahora, los investigadores siguen trabajando para perfeccionar el algoritmo y encontrar así la clave de las dietas personalizadas, no sólo para adelgazar, sino también para revertir el riesgo de diabetes en las personas que están a punto de sufrirla.