A diferencia de otras serpientes, la boa constrictor no envenena a su presa, tampoco la asfixia, sino que la estruja hasta la muerte.
Un grupo de científicos tomó muy en serio este tema, midiendo la presión sanguínea y la actividad cardiaca para determinar cómo ocurre todo el proceso — informa BBC.
El interés principal de su investigación se centra en conocer cómo evolucionó su método para matar, el cual es único en la naturaleza.
Muchos creían que las víctimas de la boa morían de asfixia, pero este estudio liderado por el profesor Scott Boback — de Dickinson College, en Pensilvania — muestra que no es así y revela los secretos asesinos de esta serpiente.
Uno de los hechos que más llamó la atención de los científicos es que la boa sostiene con la boca el cuello de su presa mientras lucha por su vida; es su primer arma antes de poder cubrirla con su cuerpo.
Para realizar las mediciones se utilizaron ratas anestesiadas y entonces comenzó la magia. Se dieron cuenta que las víctimas mueren por un corte en la circulación sanguínea. La boa aprieta con tanta fuerza el cuerpo de la víctima que no permite el paso de sangre, al no haber irrigación sanguínea ni oxigenación, algunos órganos vitales se dañan provocando una muerte casi instantánea.
Si, además, la boa presiona el pecho de la víctima, también está cortando la respiración. Este método es mucho más rápido que la asfixia. Además las muestras de sangre antes y después de la constricción muestran cambios en la química sanguínea de la víctima.
Un estudio previo mostró que la boa sólo dejaba de apretar a su presa si sus latidos se detenían, lo que significa que son sensibles a los latidos de la presa. Toda esta investigación es aplicable también para estudiar cómo algunas lesiones por choque dañan los tejidos del cuerpo humano.
