Los colores y patrones de la naturaleza son únicos y hermosos, tanto que nos hemos vestido y adornado con ellos desde hace siglos. La tortuga carey es una de esas especies que fueron llevadas al borde de la extinción por la belleza de su caparazón y sus múltiples aplicaciones como accesorio.
En las Islas Salomón, tras 25 años de esfuerzo, la tortuga carey comienza a recuperarse aunque sigue en la lista de especies críticamente en peligro de extinción. Lo anterior de acuerdo a un estudio publicado en la revista PLOS ONE.
Hacia finales de la década de 1990, la tortuga carey estuvo a nada de extinguirse. Al principio, su caparazón de utilizaba para fabricar material de pesca y ornamentos ceremoniales pero en el sigo XIX comenzó a explotarse de forma masiva en Europa y Japón para la elaboración de accesorios como peines, peinetas, lentes, uñas para guitarra entre otros.
Hoy en día cada ejemplar de tortuga alcanza un valor comercial de 3.000 dólares. La buena noticia es que las estadísticas del estudio realizado en las islas salomónicas de Arnavons, revela que el Pacífico Sur es el lugar con mayor área de reproducción para las tortugas, el número de nidos ha crecido el triple de 1991 a 2012.
La población de tortugas adultas que regresan para aparearse también ha incrementado, éstas llegan por segunda o tercera vez a las colonias. Las tortugas pueden viajar más de 1.800 kilómetros de Australia a las Islas Salomón y en sólo un año se ha duplicado el número de sementales.
Parece que las políticas implementadas para la conservación de la tortuga carey han dado resultado. Desde la década de 1970, la exportación de caparazones de tortuga de carey es ilegal ya que se sacrificaban cerca de 4.00 tortugas al año, principalmente de las islas Arnavons, lo que llevó a un programa de etiquetado y vigilancia en 1990 y la posterior creación de un área de conservación en el 95.
Aún falta un largo camino por recorrer antes de que pueda considerarse fuera de peligro pero al menos es una muestra de que los esfuerzos de conservación valen la pena. La tortuga carey es una especie maravillosa y al día de hoy podemos imitar perfectamente la belleza de su caparazón sin tener que sacrificar una tortuga más.