A veces me pregunto si el océano será para los humanos un lugar tan desconocido y lejano como el espacio que existe bajo sus camas donde la mugre y la basura simplemente pasa desapercibida.
En lo personal, me siento un hombre de mar y voy al océano tantas veces como puedo en el mes. Mi sueño: Vivir allí.
Cada vez que pasa una nueva temporada de verano por las playas chilenas, veo las mismas imágenes de siempre. Es decir, toneladas y toneladas de basura. Botellas unas al lado de la otra, papeles, latas, plástico en general.
¿Hasta dónde puede llegar la inconsciencia humana? Realmente no lo sé. Cualquiera podría pensar que la gente que defiende la naturaleza son puros hippies abraza árboles. De hecho, cada vez que escucho eso, veo nada más que a personas ajenas a todo el problema de la contaminación. ¿Acaso no son ellas también parte de la Tierra?
Lamentablemente, el océano es ajeno para muchas personas. Sin embargo, es el mar el encargado de hacer que todo funcione, desde el clima, hasta la vida misma de las especies. Si contaminamos el mar también estaremos contaminando la fauna marina, la lluvia, nuestros ríos, nuestra flora y fauno, todo. Incluso hasta nuestra misma especie.
De acuerdo al medio The Dodo, desde 1997 hasta ahora 44.006 animales marinos han tenido problemas con nuestra basura, muriendo el 80% de ellos. Esto, porque muchos pensaron que los plásticos correspondían a trozos de comida o bien quedaron atrapados.
Para aquellos que van al mar sólo en las vacaciones de verano, deben estar más conscientes de que lo que ven más allá de la puesta de sol es una gran fuente de vida. Y que incluso una “tapita” de su gaseosa favorita o una colilla de cigarro podría matar a algún pez o ave de esa hermosa postal de verano.