En las últimas décadas, México ha crecido como nación. Somos cada vez más mexicanos, viviendo en ciudades más grandes, con una mayor demanda de alimentos, bienes, energía, en fin. El crecimiento es tal que nuestra biodiversidad se ha visto afectada de manera importante.
PUBLICIDAD
Ayer, en el marco del Día Mundial del Hábitat, el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) dio a conocer una cifra preocupante. En las últimas dos décadas México ha perdido un 34.68% de sus bosques y selvas, un equivalente a 353 mil 173 km2, lo que corresponde a un 18% del territorio nacional. Impresionante!
De acuerdo con Inegi, todavía en 1990, el país estaba cubierto por bosques y selvas en un 52% de su superficie; lo que sería un millón 21 mil 375 km2. Actualmente sólo el 34% de México mantiene su vegetación y hábitats naturales.
Para que tengamos una idea de las dimensiones que alcanza esta superficie perdida de 1990 a 2011, aquí tenemos algunos datos interesantes:
- Rebasa en 42% las dimensiones de Chihuahua, el estado más grande de México.
- La devastación equivale al territorio de cuatro entidades: Chihuahua (247 mil 87 km2), Oaxaca (95 mil 364 km2), Aguascalientes (5 mil 589 km2) y Colima (5 mil 455 km2).
Aún con esta baja considerable, México permanece entre las naciones más ricas en biodiversidad, ocupando el quinto lugar mundial — en especial por su riqueza florística, con 25 mil especies distintas, ubicadas su mayoría en Chiapas, Oaxaca, el centro de Veracruz, Sinaloa y Durango. Vale la pena recordar que este país se encuentra entre las 10 naciones megadiversas, por su variedad de clima, suelos, rocas, especies, entre otros.
Recordemos que esta devastación viene de la mano del hombre, por falta de planeación y responsabilidad ambiental. Son muchas las hectáreas perdidas por la agricultura y la ganadería. Terrenos que son erosionados por el monocultivo y destinados a criar ganado, o cultivar el alimento del mismo. Otra parte se ha visto expuesta por actividades mineras o petroleras, teniendo como ejemplo a los pantanos de Tabasco y el bosque de niebla en Chiapas.
Está en nuestras manos cuidar los bosques y las selvas que restan. Entendamos que gracias a estos ecosistemas mantenemos cierto equilibrio en algunas regiones — crecí en Tabasco y es evidente que ahora se siente mucho más el calor, que cuando teníamos vegetación abundante, en lugar de nuevos complejos y colonias mal planeadas; ni hablemos de las inundaciones…
Exijamos a nuestros gobernantes que respeten las áreas naturales protegidas acorde a la ley, sin tirar la toalla en el intento o cambiar el tipo de protección por no hacer el esfuerzo suficiente. Al final, la responsabilidad es de todos nosotros.