Los conejos son seres hermosos, llenos de amor. Con verlos sólo puedo pensar en abrazarlos, darles de comer, cuidarlos, como cualquier criatura en este planeta — pero ellos inspiran con su carga extra de ternura —. En los últimos días me he cruzado con campañas dedicadas a estos animalitos, mismas que ganan presencia con el apoyo de celebridades.
Personas por el Trato Ético de los Animales (PETA, por sus siglas en inglés) promueve una colecta de firmas para pedir a French Connection que deje de vender prendas con lana de angora.
Resulta que la marca británica decidió retomar el uso de angora en sus prendas, a pesar de saber y ser consciente de su método de obtención. De acuerdo a una investigación realizada por PETA Asia, la industria de la lana de angora tiene a miles de conejitos en sufrimiento, pues su pelaje es arrancado, dejando piel viva — se sabe que los animales gritan del dolor —.
Aún cuando se corte su pelaje, el nivel de estrés es grande para estos pequeños por los métodos utilizados, como en cualquier producción en cadena. Los conejos son suspendidos en el aire, con las patas sujetas y las herramientas invariablemente causan daños a su piel.
En el caso de Kate Nash, prometió volverse vegana para salvar la vida de su conejita, Fluffy — que necesitaba una cirugía de urgencia —.
Las pruebas de cosméticos en conejos son crueles y, además, se ha demostrado son poco fiables. La campaña #BeCrueltyFree ayuda a obtener nuevas leyes, a promoverlas en diferentes congresos a nivel mundial — ya se ha logrado que toda la Unión Europea, Noruega, Israel e India dejen atrás estas prácticas.
Más allá de volvernos veganos, pensemos en llevar una vida de práctica justa con los animales y con el planeta. Pensemos en todos esos seres sintientes que son explotados por la industria, antes de tomar una decisión de compra. Seamos conscientes y ayudemos a salvar a los conejitos.