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El ate y su origen frutal

Conoce de dónde viene y cómo se prepara este delicioso postre de frutas.

Al estado de Michoacán le debemos varias de las delicias de la cocina mexicana como las carnitas, pero también el ate.

En 1595, monjas dominicanas llegaron a este estado y establecieron un convento que permaneció ahí hasta 1738. Durante ese periodo, produjeron una jalea a base de pulpa de fruta que hoy conocemos como ate.

¡Pero en ese tiempo no se llamaba así! “Ate” era la terminación que se agregaba al nombre de la fruta utilizada para formar el nombre del postre: membrillate, guayabate, manzanate, entre otros.

Se prepara cocinando a baño maría la fruta en trozos, con todo y cáscara y semillas, hasta que quede suave como una pasta. A continuación, se cuela en una malla que no debe ser muy fina, para que pase la pulpa más no las semillas ni trozos duros.

Luego se cocina en un cazo de cobre junto con el azúcar (en regla general es a partes iguales), y el jugo de limón si es necesario (1 1/2 tazas por kilo de fruta). Se debe remover sin parar con una pala de madera. Sabes que ya está listo cuando, al hacer esto, puedes ver el fondo del cazo fácilmente.

Se vacía en moldes y se deja cuajar a temperatura ambiente por 24 horas. ¡No necesita refrigerarse!

El ate se come con pan (bolillo), con queso o se usa en la preparación de otros postres como gelatinas, pays y pasteles (con el de elote es especialmente sabroso).

¿Quién quiere un poco de ate?

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