Si hay algo que no puedo entender es el egoísmo con el que los humanos nos adueñamos de las cosas que no son nuestras. Creemos que todo lo que existe en el mundo está a nuestro servicio, incluyendo la vida que ya habitaba el planeta desde mucho tiempo antes de que nosotros llegáramos.
La población de elefantes en África ha llegado a un punto crítico, tan sólo en 2010 fueron asesinados cerca de 35.000 en todo el continente, de mantener estos valores se calcula que en 100 años no habrá un elefante sobre la tierra. Parece que su extinción tardará mucho tiempo en llegar pero es probable que incluso se dé antes.
El comercio ilegal de marfil, principalmente en Asia ha aumentado en los últimos años debido a la gran demanda, un kilo de marfil puede llegar a costar miles de dólares. No sé ustedes, pero yo no puedo apreciar belleza o valor en un material que costó la vida de un animal, en especial cuando algo tan grande se va por algo tan pequeño.
Sólo entre 2010 y 2013, África perdió en promedio al 7% de su población de elefantes cada año. Los nacimientos de elefantes sólo elevan su población en un 5%. Estamos hablando de un 2% que se pierde definitivamente, lo que significa que mueren más elefantes de los que nacen. Cualquier persona con 2 dedos de frente entiende que la supervivencia de los elefantes es insostenible con estos números.
Hay algunas partes de África donde las poblaciones de elefantes crecen de manera saludable como en Botswana y otras donde se pierden en forma dramática como en África Central, ahí se ha perdido casi el 60% de la población en sólo 10 años.
Ya que la parte “valiosa” de los elefantes son los colmillos, el blanco de los cazadores son los elefantes más viejos y más grandes, esto significa que al morir, la sociedad que forman los elefantes se rompe. Los machos se van dejando a cargo a las hembras de una manada de elefantes jóvenes y huérfanos.
Es necesario implementar un plan de conservación que asegure la vida de los elefantes atacando uno de los principales problemas que lo provocan, es decir, el tráfico ilegal del marfil. Yo creo que el verdadero problema es la poca educación ambiental y espiritual de las personas que se dedican a la caza ilegal de elefantes.
Si se trata de dinero, se ha demostrado varias veces que la conservación de la naturaleza deja más dinero que su explotación, habría que hacer que la gente entienda eso primero si les cuesta demasiado comprender que no son dueños de la vida de nadie ni de nada.