En los últimos meses, las tiendas de mascotas han estado a la mira de las autoridades. Tras de años de denuncias formales, y a través de redes sociales, diferentes organismos se han dado a la tarea de revisar lo que ocurre en estos lugares, donde muchos animalitos se encuentran enfermos, sin un correcto hábitat, ni atención medica.
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Entre todos los casos, destaca particularmente la empresa Maskota, por la cual comenzó todo un movimiento para generar consciencia y dar a conocer lo que viven los animales que tienen a la venta.
Hay muchas voces en medio: personas que compran animales y descubren que padecen alguna enfermedad; ex-trabajadores de la empresa, que cuentan lo que ocurré atrás de los aparadores; la misma Maskota que asegura no está haciendo algo incorrecto.
En este caso, son varias las aristas a considerar, pues no sólo hay casos de maltrato, sino que hace evidente una falta de conocimiento sobre las especies que se pueden vender, cuáles no, en qué condiciones deben estar, cuáles son los papeles que se requieren y cómo es posible demostrar su procedencia.
Condiciones de Maltrato Animal
Una investigación realizada por la Facultad de Veterinaria de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y la Procuraduría Ambiental y del Ordenamiento Territorial (PAOT), confirma que varias tiendas de mascota dan un trato inadecuado a los animales que tienen a la venta.
En concreto, la investigación se refiere a 42 tiendas Maskota, 8 sucursales de Liverpool, 3 de Petland y 1 de Petco. En ellas destacan los siguientes detalles:
- El espacio donde están los animales resulta insuficientes.
- No hay un médico veterinario de manera permanente.
- Perros y gatos de 2 a 8 meses permanecen ahí hasta medio año.
“Al no haber un médico permanente, ni hay atención suficiente a los ejemplares ni información adecuada para los compradores, por lo que con frecuencia se reporta el deceso a los 5 días o su abandono ya que no se explicó cómo atenderlo en casa” ~Carlos Esquivel, especialista de la UNAM.
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Con referencia al espacio, el titular de la PAOT, Miguel Ángel Cancino, señala que se requeriría un mínimo de 7.5 metros. La Ley de Protección a los Animales del Distrito Federal señala al maltrato como un delito, sin embargo, la normatividad no especifica las medidas que deben tener las jaulas o confinamientos, por lo cual se carecen de elementos para aplicar sanciones.
Venta ilegal de animales en peligro
Hablando de esas leyes que presentan huecos o mecanismos “que no existen”. La Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa) multó a 5 tiendas de la empresa Maskota, por una cantidad total de MXN 4 millones 383 mil pesos (USD $338,368) y aseguraron 242 animales silvestres en total.
En las visitas a dichos establecimientos, no se pudo comprobar la procedencia legal de los animales, razón por la cual procedió con las multas administrativas y, en algunos casos, clausura parcial o total de los puntos de venta.
Ante la situación, Maskota lanzó un comunicado, de nuevo, asegurando su compromiso con “el bienestar de las mascotas y la satisfacción de nuestros clientes”. Aseguran que tienen todos los papeles, permisos y facturas, y señalan:
Las multas se derivan de la falta de trazabilidad, lo que significa que los animales pequeños como algunas aves, arácnidos, escorpiones, serpientes, reptiles y moluscos, por mencionar algunos, son adquiridos en grupo y están englobados en una sola factura, por ello no hay registros individuales para identificar a cada uno de ellos.
De igual forma, aseguran, que todos los animales son adquiridos a través de criaderos certificados por la Secretaría De Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) y en comercializadoras extranjeras que cuentan con permisos internacionales.
Recordemos que hace poco, la misma empresa recibió una multa y la clausura total definitiva en su centro de distribución, en Estado de México.
Situación compleja
A falta de especificaciones en la ley y en el sistema, el tema del maltrato animal y la venta de animales silvestres parece un cuento de nunca acabar.
Existen las dependencias del Gobierno — en todos los niveles — que vigilan este tipo de operaciones y las han permitido por mucho tiempo. Ahora que buscan resolver el problema, las empresas tienen la manera de darles la vuelta, como lo señala Maskota en el caso de la “factura que engloba” a todos los animales, que hace imposible su registro.
Este caso bien puede servir de aprendizaje, para resolver esos huecos que existen y aclarar de una vez cuáles son las condiciones ideales para la venta de los animales, seguirlas al pie de la letra o, en otro caso, prohibir su comercialización en este tipo de establecimientos.