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La inmigración de ciudanas nigerianas para el trabajo sexual ilegal en Italia comenzó hace 20 años y hoy es alarmante. Unas 20 mil mujeres van hasta Europa escapando de la pobreza y la violencia de género. Esta situación nos habla de la desigualdad de condiciones en el mundo a pesar de tener un imperio económico que actúa con las mismas leyes en toda las latitudes. O es precisamente por lo mismo. Territorios saqueados que han servido para fortalecer las economías del “primer mundo”, vaciándolas material y culturalmente.
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El fotógrafo Paolo Patrizi ha visitado a algunas para mostrarnos las condiciones infrahumanas en que trabajan: verdaderos agujeros de suciedad y abuso en medio de la naturaleza, fruto directo de la globalización y la criminalización de la inmigración.
Lo interesante o terrible del asunto, que esta realidad no sólo queda patentada en términos estadísticos, son vidas humanas las que se ven afectadas y aun más, entornos ecológicos los que materializan la indignidad y miseria. Esta serie de fotografías muestran crudamente el efecto que tienen las más degradantes prácticas humanas.