La naturaleza cuando no está intervenida por la civilización humana, cuenta con un equilibrio que raya en la perfección. La cascada o cadena trófica se regula de tal manera, que la biodiversidad está resguarda por cada uno de los actores que la componen.
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Cuando una especie es extinta o modificada, impacta no sólo en sus depredadores y depredados, sino también en la geografía del ecosistema.
Esto fue demostrado con la reinserción de los lobos en 1995, que por siete décadas estuvieron relegados del Parque Yellowstone en Estados Unidos, restituyendo también la vitalidad del entorno.