Aman los besos largos y profundos, pero les gusta más el fuego de la calidez que el de la abrasadora pasión. Ponen sus fantasías en marcha con el más mínimo roce de labios.
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Sin embargo, los Tauro esperan inocencia de su amada.
Les gusta sentir que llevan las riendas de la relación hasta al besar, y son caprichosos.