Una vida sin una sopa caliente, o una galleta recién salida del horno, suena imposible. Pero para los crudívoros, es un dogma de vida. En la dieta crudívora, no se consumen alimentos que sean cocinadas por arriba de los 40ºC. Su alimentación está basada en frutas, vegetales, semillas, frutos secos, y en algunas corrientes, inclusive comen carnes crudas.
Esta desición dietética, no es un simple excentricidad. Los crudívoros, argumentan que al cocinar a temperaturas elevadas, se pierden enzimas,vitaminas y el agua de los alimentos. Al comerlos en su estado natural, estamos ingiriendo enzimas vivas, ahorrándole al cuerpo, el trabajo regenerativo y de producción de enzimas. Es decir que una dieta crudívora nos da tanta energía, que hasta puede ser llevada por deportistas. Además, es una dieta rica en fibra, y mejora notablemente el sistema digestivo.
Dentro del crudivorísmo existen diversas corrientes. La más común es el crudiveganismo, en la cual se elimina el consumo de animales, y sus derivados, aparte de las limitaciones crudívoras. Lo fascinante, es que a pesar de la aparente reducción en el campo de la cocina, hay una gran variedad de recetas, y alternativas. Botanas y “galletas” hechas a base de deshidratación, “lácteos” y “panes” de semillas y hasta “pastas” de verduras, por nombrar algunos.
Existen argumentos contra el crudiveganismo. Se habla de las dificultades higiénicas por no cocer o hervir la comida. En efecto, para cuidar las flaquezas de la higiene crudívora, este estilo de vida va de la mano con el apoyo a los productos orgánicos, libres de pesticidas. Mientras más natural, cuidado y sustentable sea el crecimiento del alimento, es más rico en nutrientes, y se deben llevar a cabo menos precauciones de “limpieza”.
También existe una controversia sobre su déficit nutricional por la falta de vitamina B12. Sin embargo, me parece que en una sociedad donde la comida pasa por tantos procesos industrializados, la ingesta de alimentos crudos sí tiene beneficios nutricionales. Inclusive algunos crudiveganos recomiendan no tratar de convertirse completamente, sino incorporarlo aunque sea en un 50-60%. Una ensalada o unas frutas al día, son una excelente forma de ingerir vitaminas. Al fin y al cabo, un gazpacho de verduras frescas y orgánicas, puede ser más reconfortante para el cuerpo, que un caldo caliente de verdura transgénica, con fideos que parecen casi plástico.
Fuente: VerDeSer , Lau-Raw, La Opinión e Irene Bueno
Imagen: The Raw Dessert Kitchen y Healthy Eatings