La minería siempre ha sido un tema problemático en el sentido del cuidado del medioambiente. La contaminación es la principal razón para que esta actividad sea tan reprochable. Sin embargo, el gobierno y las empresas pretenden (o dicen que lo hacen) que el impacto ambiental no sea tan alto, creando leyes y códigos mineros.
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A pesar de las medidas que puedan tomar, las minas siempre suponen efectos irreversibles en el ecosistema, que por lo general no tienen compensación posible. Sin embargo, si las minas no están reguladas por algún código o ley, estos efectos serán aún mayores. Este es el problema que está enfrentando actualmente Colombia, donde sufrieron la caída del Código Minero.
Para Colombia, el no tener un Código Minero significa que no hay nadie que que regule el crecimiento minero, para que éste no arrase con la enorme riqueza natural del país.
Ni siquiera las fuentes hídricas están a salvo, pues, aunque la prohibición de usar los páramos está en una sentencia de la Corte Constitucional y en la ley del Plan de Desarrollo, algunos creen que esto no es suficiente y que un nuevo gobierno podría dar marcha atrás fácilmente. Otros ecosistemas como los humedales sí pierden toda protección frente a la minería.
Además, las comunidades étnicas no están contentas, ya que el no tener Código Minero permite la protección del ambiente y establece disposiciones que no solo salvaguardan la supervivencia de los pueblos indígenas.
Sin embargo, un punto que celebran los ambientalistas es que ya no es necesario que el Ministerio de Minas de su aceptación antes de crear un parque nacional o un área protegida.
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