El fútbol como todos lo conocemos, conceptualmente es muy ecológico. Un balón (si, producido industrialmente), varias personas y algo que sirva como arco. Como todo deporte es en general muy saludable, aunque exigente, tiene limitaciones esenciales en cuanto al contacto físico, lo que lo hace relativamente poco agresivo y como muchos otros deportes, atrae a millones de fanáticos enardecidos por la pasión que les despierta.
PUBLICIDAD
El asunto del fútbol es el impacto que conlleva llevar a cabo los partidos. Tal como lo conocemos el deporte es desde hace muchos años un muy buen negocio y como tal, es explotado por empresas, federaciones y dueños de equipo para el disfrute de los fanáticos.
Poco es lo publicado respecto al impacto negativo que tienen estos eventos sobre el ambiente, estas menudencias quedan opacadas por los aspectos del deporte en sí. No se toma en cuenta lo que significa atender un estadio con, digamos, 50.000 personas, el gasto energético que implica, el material que se reparte, lo que consumen estas personas y por supuesto los desechos que generan. Se conoce que en un partido de liga se generan entre 5 y 10 toneladas de basura, pueden producirse unas letales 500 toneladas de CO2 y pueden consumirse hasta 3 millones de kw/h de energía (lo que equivale al abastecimiento promedio de 700 casas en Europa).
Se sabe que en Brasil están haciendo esfuerzos considerables para integrar las energías renovables en las operaciones de algunas de sus sedes para el mundial; paneles solares que asumen un porcentaje del consumo de los estadios. Esto es muy bueno pero no suficiente. En eventos de gran escala uno de los mayores problemas es el manejo de los desechos y la verdad es que en la mayoría de los casos estos desechos terminan siendo basura. Integrar separadores de desechos en todos los estadios de fútbol del mundo parece una tarea ardua, además, tendría que contarse socialmente con los medios adecuados para la correcta disposición de los desperdicios, que escasean en la mayoría de países no desarrollados. Pero ¿por qué detenerse ahí? ¿Por qué no habilitar separadores de desechos en todos los grandes complejos deportivos del mundo? Para las olimpíadas, para las series mundiales, ¡para los mundiales!
Como van las cosas actualmente es hora de que se empiecen a ver cambios y actitudes consistentes en cuanto a nuestro impacto negativo. Cada vez somos más humanos que habitamos el planeta y no necesariamente todos contribuimos de la mejor manera. Si es que se contribuye en lo absoluto…
Link: Fútbol y medio ambiente