Típico, uno comienza a soñar con el día en que finalmente adquiera su bicicleta y se arme de valor para introducirse entre el tráfico. Pero en realidad, a algunos nos parece sumamente temerario, incluso muy peligroso salir a las calles en una bicicleta.
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Y entonces leemos y oímos sobre la Meca: Copenhagen, donde los ciclistas tienen las calles casi para ellos y los automóviles un lugar secundario.
O también sobre Amsterdam, donde la ciudad también es casi enteramente hecha para dos ruedas. Y siempre salen los comentarios de relativismo cultural: “Es que esa es otra cultura”, “Es que las ciudades así fueron diseñadas desde un principio”, “Es que nosotros somos muy desordenados para eso”.
No señores, muchas ciudades Europeas no nacieron así, cambiaron porque los ciudadanos lo exigieron. Les dejo este pequeño documental sobre lo que ocurrió en Ámsterdam para que obtuvieran sus ciclovías:
En realidad como muchas otras ciudades, esta metrópolis creció, sus habitantes fueron cada vez más capaces de comprar automóviles y se volvió en una ciudad con problemas de tráfico, estacionamiento y combustibles. Además de las muertes relacionadas al automovilismo. Pero fue la gente la que exigió más espacios para bicicletas y más opciones para las mismas. La gente dejó los automóviles a un lado para ahorrar dinero, tener mayor seguridad, ejercitarse mientras viaja y convivir.
Yo creo que son primeramente cinco las cosas que nos hacen falta en México para tener una ciudad mucho más llena de bicicletas y de felicidad:
1. Dejar a un lado la flojera
Tantas veces he visto a gente tomar un camión para ahorrarse el caminar 3 cuadras. Y no cuadras grandes, cuadras cortas. Claro que no está de más mencionar aquí lo grande de esa llamada “pancita chelera” que les colgaba.
Les juro, no me he cambiado a una bicicleta porque ahorita ando invirtiendo en mi educación musical y se han venido gastos fuertes, pero siempre estoy dispuesta a cambiar mi viaje de 8 km en línea recta en el apretado y apestoso metrobús por una bicicleta. Y no puedo esperar.
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2. Leer el manual
Y no me refiero sólo a leer El manual del ciclista urbano, que por cierto es sumamente informativo, incluso te ayuda a elegir la bicicleta adecuada para tí. Sino también el manual de tránsito. Urge que en esta ciudad se aplique examen para sacar la licencia para que las personas al menos hojeen el documento. ¿Cómo es posible que cualquier persona que pueda pagar el trámite tenga acceso? Manejar cualquier vehículo es algo que requiere conocimiento, del vehículo mismo y de los derechos y obligaciones que lo acompañan.
3. Dejar a un lado el miedo
Ir en bicicleta por la calle me sigue pareciendo aterrador, en verdad. Pero no por eso voy a dejar de andar en dos ruedas porque para mi gusto es el transporte más eficaz y el que más se acomoda a mi estilo de vida. Hay muchas organizaciones gubernamentales y ONGs que además de promover el uso, dan clases sobre como andar en bicicleta por la ciudad. Anótenme.
4. Olvidarse de los mitos
Hay por ahí un mito que dice que andar en bicicleta es sólo para pobres. Cosa que es muy errónea. Andar en bicicleta es para las personas que buscan ser más saludables, ejercitarse, se preocupan por un futuro sustentable y que no quieren involucrarse con el petróleo o sus aumentos de precio.
También hay otro mito que dice que uno no puede ir bien vestido al andar en bicicleta. Así, ¿cómo podría ir al trabajo en una? En el primer video, el de Copenhagen, se puede ver claramente a hombres en traje, chicas en tacones y señoras elegantes que van en bicicleta. La ropa no parece ser un impedimento para ir a dos ruedas (aunque aún tengo mis dudas sobre las minifaldas.
5. Exigir movilidad
Aunque los gobiernos si han realizado acciones para tener más movilidad en bicicleta como poner ciclovías en algunos puntos de la ciudad, inaugurar un programa de bicicletas públicas como Ecobici (y luego ir extendiéndolo), aún faltan más acciones. Por ejemplo, hacer que toda la ciudad tenga movilidad en bicicleta y no sólo las zonas más céntricas, exigir que se respeten los derechos de los ciclistas, e incluso, dar incentivos mejores a las personas que se desplazan en bicicleta. Incluso incluir programas educativos para que los niños aprendan a andar en bicicleta por la calle.
Creo que en lo que respecta al ciclismo vamos por buen camino, pero nos falta dejar más de lado la apatía para lograr una ciudad más verde y con menos problemas de movilidad.