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¿Por qué andar en Bicicleta es un acto Revolucionario?

Hoy se conmemora el #DíaMundialdelaBicicleta porque el creador del LSD, Albert Hofmann, descubrió sus efectos mientras pedaleaba, hace ya 70 años.

“Enciende tu motor, yo soy tu dirección” cantaba Ricky Martin, aludiendo a esa mágica conversión energética que nos da la práctica amorosa y sexual. Pero bien podría servir para retratar lo que significa subirse a una bicicleta y ponerse a pedalear. Porque eso hacemos. Encendemos nuestro motor y vamos directo hacia la acción sonrientes, sin mediar combustible alguno, salvo nuestra energía. Eso ya es una revolución en sí misma.

Hacerle la guerra al petróleo, al parque automotriz saturado, a la soberbia y arribismo de quienes van incluso a la esquina y en un contexto urbano montados forever alone en sus 4 x 4, nos hace ser activistas muchas veces sin siquiera proponérnoslo.  Porque la bicicultura va contra los créditos automotrices, las emisiones de carbono, los estresantes tacos, la urgencia por cambiarse a un último modelo, al sedentarismo y la falta de salud y le dobla la mano al inepto sistema público de trasporte.

Si bien no podemos decir que es muy agradable cletear en lugares carentes de cultura, en donde la dialéctica con el conductor se hace presente con la fuerza de su prepotencia y la negligencia de la autoridad en la deficiente infraestructura vial para bicicletas, las cuales se erigen muy angostas, descontinuas, en medio de parques molestando a los niños, abuelos y demás usuarios de las áreas verdes, concibiendo a la bicicleta como un mero objeto para el “paseo”, somos una fuerza social tan potente que proponemos un cambio cultural.

Decidir un transporte limpio que aporte tanto a nuestro entorno como a nosotros mismos es una revolución permanente, un constante proceso hacia la libertad que nos posiciona por sobre la bípeda naturaleza humana. Andamos “sobre ruedas” y eso ciertamente constituye una diferencia evolutiva que modifica la estructura ya demasiado aneja,  subvertida por todos los pedaleros.

Por otro lado la bicicleta es un instrumento revolucionario al ser parte de las alternativas de ocio en un mundo cargado de explotación, en donde el ser humano olvida cómo pasarlo bien. Solo este hecho, nos trasporta hacia la dimensión del siempre culposo placer, el deleznable tiempo perdido, que en este caso es útil para trasladarse.

La bicicleta más que la intimidante hoz y el violento martillo ha logrado penetrar en la cultura siendo herramienta de posicionamiento de valores ligados a la felicidad y la liberación. Tenemos la guinda de la torta para afirmar esto y celebrar como se debe este Día Mundial de la Bicicleta.

Con este antecedente tenemos suficiente para catalogar la bicicleta como una herramienta revolucionaria. Pero hay más…

Monella, la audaz italiana que dio vida a una de las películas eróticas más estimulantes y bellas de la mano Tinto Brass inmortalizó la bicicleta como un fetiche sexual que puede llevar al placer más profundo gracias a sus paseos:

Y claro, nuestro local Freddy Turbina, que de forma igualmente revolucionaria le sacó las rueditas chicas a su bicicleta, logrando el ansiado equilibrio espiritual XD!

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