Durante años, la evidencia de la influencia del medio ambiente en la salud humana ha ido afianzándose hasta llegar por fin a asentarse como una nueva disciplina de estudio. Esto ha permitido que se planteen hipótesis hasta ahora no consideradas, aumentando así el conocimiento de la influencia de cada agente físico, químico o biológico en la salud humana.
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Es el caso de los Compuestos Orgánicos Persistentes. Las evidencias de sus efectos nocivos sobre la salud están tan claras que poco a poco se han ido prohibiendo, eliminando y sustituyendo por otros compuestos en la medida de lo posible. A pesar de ello, dada su alta persistencia y biomagnificación, no sólo aún es posible encontrarlos en el cuerpo humano, sino que la investigación sobre los efectos que aún producen sigue adelante, arrojando luz sobre nuevas asociaciones con enfermedad o perjuicio para la salud.
El pasado enero se publicaba esta noticia en la web de la Universidad de Granada (España): “La exposición a pesticidas, que ingerimos a través de la comida o el agua, aumenta el riesgo de sufrir diabetes tipo 2”. Esta noticia corresponde al artículo publicado en Environmental Research “Adipose tissue concentrations of persistent organic pollutants and prevalence of type 2 diabetes in adults from Southern Spain”. En él, los autores explican que han encontrado una asociación entre mayores niveles de DDE (metabolito del plaguicida DDT) y β-HCH (uno de los isómeros del plaguicida lindano) en tejido adiposo y un riesgo hasta cuatro veces mayor de desarrollar diabetes tipo 2.
La importancia de este estudio radica por una parte en la utilización del tejido adiposo para la detección de los contaminantes. Éste tiene la capacidad de almacenar sustancias que son potencialmente tóxicas para el organismo, por lo que cuantificar los analitos presentes en él proporciona un historial de los compuestos persistentes a los que se ha visto expuesto el individuo.
Por otra parte, los contaminantes que se han medido en dicho estudio tienen un característico efecto hormonal. Son famosos entre los investigadores que se dedican al campo de la disrupción endocrina. Por esto, no era raro encontrar que tuviesen un efecto en enfermedades de origen hormonal, como es el caso de la diabetes.
Hay que hacer especial hincapié en otro de los aspectos importantes que desvela este estudio: los compuestos en los que se encuentra la asociación con el incremento de riesgo de diabetes están ya prohibidos como plaguicidas por su toxicidad, y debido a su persistencia siguen constituyendo un riesgo para la salud humana.
Es necesario que estudios de este tipo continúen monitorizando los niveles de contaminantes en la población general para poder caracterizar completamente la exposición humana, así como prevenir futuras situaciones de riesgo mediante la aplicación del principio de precaución.