Cuando era chica solía ver muchas películas de Estados Unidos, pues la televisión de mi país como la de casi todo Latinoamérica, parecía no conocer filmes de otras latitudes. Lo que más me sorprendía de los largometrajes gringos para adolescentes, además de esa extraña odiosidad entre “losers” y “populares”, cosa que jamás vi de esa forma en mi escuela. Eran sus hermosas y enormes casas, lo guapo que eran los jóvenes y la calidad de vida que llevaban: adolescentes que se iban “de compras” al centro comercial con una bebida en la mano de un tamaño que jamás vi en el Chile de los ochenta y noventa. Yo pensaba en ese entonces “¿Porqué los adolescentes de USA tienen tanto dinero y hasta tarjetas de crédito?”, “¿Por qué comen tantas hamburguesas y beben litros de bebidas sodas sin engordar un gramo?”.
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Poco tiempo después descubrí que las películas gringas no eran muy reales, al contrario. Es verdad que la sociedad media estadounidense pasó por una muy buena racha económica entre los 70’s, 80’s y 90’s. Pero siempre hubo pobreza en otros sectores.
Hoy existen miles de familias que viven con mucho endeudamiento tras reventar sus créditos, la situación terrible porque al parecer allá la casa se hipoteca sin ningún tipo de piedad. La lujosa vida de los jóvenes que se ven en televisión ha hecho que adolescentes con menos recursos sean presos de grandes focos de delincuencia. Por otro lado, sin duda que la mayoría de la gente no es esbelta como en las películas, ya que las tierras del tio Sam tienen la población más obesa del mundo.
El gobierno de Nueva York quiere empezar a cambiar algunas costumbres del sobreconsumo en la población para combatir con la creciente obesidad. El primer paso que dieron fue prohibir las exageradamente enormes gaseosas que venden los stands de comida rápida y otros similares.
Antes de tomar la medida, las autoridades se basaron en estudios psicológicos que dicen que los estadounidenses comen más porque la porciones son demasiado grandes. Según esta investigación, con porciones más pequeñas los ciudadanos quedarían igual de satisfechos, pero deben saber que compraron el combo más grande y para eso hay que bajar las porciones en general.
No son pocos los psicólogos que dicen que ingerir grandes cantidades de comida o azúcar esta directamente relacionado con las carencias afectivas de las personas, así como también la ansiedad y el estrés. Tomarse una caja de helado gigante o una enorme bebida para pasar una pena es en Estados Unidos una caricatura bastante real. El problema es que no se soluciona nada con estas practicas, ya que además de gastar dinero, subir de peso y poner en riesgo la salud, la depresión podría aumentar. Ahora, por lo menos en Nueva York, la lagrimas y los problemas deberán solucionarse con un vaso más pequeño.
Link: Quieren prohibir los refrescos y bebida tamaño gigante en Nueva York
Fuente: The Science Of Soda Size (Pop SCI)
