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Ortiguillas de mar o anémonas

Conoce las características de un ingrediente que nació “pobre” y se ha convertido en rico. Aunque no olvida los orígenes por supuesto.

Las ortiguillas de Mar son uno de esos alimentos que se han transformado a lo largo de su existencia. Hace algunas décadas se utilizaban como un alimento de primera necesidad casi, y es que se capturaban en la bahía de Cádiz y se hacían en fritura durante la posguerra española. Hoy en día, y es lo curioso, se utilizan por grandes chefs de la cocina de vanguardia en suculentos platos. ¿Paradójico verdad?

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Sea como sea, hablemos de la ortiguilla de mar o anémonas. Estamos ante un pequeño animal primario. Primario, pero animal al fin y al cabo. Tiene unas células urticarias en su superficie que les permiten capturar pequeños peces y mariscos que nadan cerca de las rocas. Además tiene unos tentáculos que son los que utiliza para agarrarlos.

Son de forma cilíndrica y tienen unos 6 cm de alto y unos 3 cm de ancho. De aspecto viscoso y de color entre verdes y violetas. Y vive principalmente en el Mar Mediterráneo y en algunas zonas del Atlántico, principalmente en las costas rocosas.

Las Ortiguillas de mar en la cocina

Si vamos al Sur de España es donde más las encontraremos, en especial en Cádiz, las podremos ver fijadas fuertemente a las costas rocosas, parecen un campo de algas o similar que se mueven con el vaivén de las corrientes marinas. Una vez “recolectadas” hay que mantenerlas en agua de mar porque se oxidan y su aspecto no es agradable, tanto en color ni textura. De ahí que en sus orígenes fueses un alimento más de necesidad que por ese componente de “arte” que tiene la cocina.

Se conservan muy mal una vez recolectadas por lo que por lo general solo se ven en la zona costera y recolectadas el mismo día. O si no, y tenemos suerte, también las veremos en restaurantes de cocina andaluza en el resto de España. Pero en ese caso solo las comeremos en donde sean sitios de “fiar”.

La receta básica para hacerlas en casa es muy sencilla. Las lavamos bien bajo agua y después se pasan por harina para terminar friéndolas en aceite de oliva bien caliente. Por lo general se suelen hacer enteras a no ser que sean muy grandes, en ese caso se pueden partir en trozos.

Otras formas de consumirlas podrían ser maceradas en vinagre, marinadas con aceite de oliva, etc. Pero siempre o casi siempre se suelen freír ya que de esa forma nos aseguramos que pierdan el poder urticante que tienen.

¿Habéis comido alguna vez Ortiguillas de mar? ¿Las preparáis de otra forma? Podéis compartirlo con todos nosotros.

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