Lo primero que te enseñan cuando vas a comer una tuna es tener cuidado con las delgadas espinas de su cáscara. Es que esta fruta que nace de los cactus no es de fácil acceso, pero una vez que traspasas su barrera exterior y llegas a su carnosa fruta de color verde, de un sabor único, entre ácido y dulce, y con un gran frescor, el trámite de las espinas ya valió la pena.
De hecho, ahora en Chile muchas tunas que venden en el supermercado vienen sin espinas, así que esto no es un mayor problema para disfrutarla. Lo importante es privilegiar su consumo, ya que es una fruta con muchas propiedades positivas para nuestro organismo, es baja en calorías, baja en sodio y tienen un alto contenido de Vitamina C y Potasio. Además de contener calcio, fósforo y magnesio. En realidad, la tuna es lo que se llama un alimento funcional, ya que su consumo aporta a nuestra salud, son una buena fuente de fibra, de vitamina B y E y de antioxidantes y tienen un bajo índice glicémico.
La temporada de tunas dura en Chile hasta el mes de abril, así que esta es una invitación a aprovecharlas y comerlas, ya sea en jugos naturales o así tal cual, como un rico postre. Incluso he visto algunos bares que hacen cócteles con ella, todo depende de la imaginación de cada uno.