Si bien los biocombustibles se presentan como la alternativa a los combustibles tradicionales, sus procesos presentan deficiencias, ya que al basarse en el procesamiento de semillas como maíz, soja, caña de azúcar, trigo, girasol y canola, transforma los sectores rurales y los industrializa para lograr una masividad y con eso vienen de la mano pesticidas contaminantes y monocultivos transgénicos. Todo esto lleva a los mercados alimentarios y energéticos a competir por los mismos recursos.
Pero hay que hacer un alcance, el biocombustible no es considerada una opción verde. De hecho que sea catalogado como “Bio” sólo de debe a que en la Unión Europea se nomina de esta forma a todos los productos agrícolas en cuya producción no intervienen productos sintetizados y es por eso que incluso se ha planteado denominarlo “agrocombustible”.
IICA se encuentra presentando una propuesta de desarrollo sostenible de biocombustible en el marco del proyecto multinacional “Innovación agrícola para la sustentabilidad de la cadena de valor de biodiesel y biokeroseno” cuyo fin es “contribuir al desarrollo de capacidades para la innovación y la creación de condiciones de sustentabilidad en los territorios rurales mediante el aprovechamiento de las oportunidades derivadas de la promoción de la cadena de valor de biodiesel y biokeroseno, así como para la reducción de CO2 en la atmósfera. En él están involucrados Brasil, Colombia y México”.
Orlando Vega, especialista de Energías Renovables del IICA explica que en su intervención en Chile “invitará a los participantes a involucrar a universidades, empresas e institutos de I+D+i en el desarrollo de la cadena de valor de biodiesel y biokeroseno a partir de la generación de conocimiento”.