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Ecuador entre el petróleo o el Amazonas

Correa es visto por algunos casi como un destructor del Amazonas, pero lo cierto es que como a muchos políticos lo que lo mueve es el dinero y Ecuador no ha sabido levantar una economía que no dependa casi exclusivamente del petroleo.

Bastante clara dejó su opinión el presidente de Ecuador, Rafael Correa, cuando en diciembre pasado mando a decir a las comunidades indígenas y a todos los que oponen a la exploración petrolera en el Amazonas: “Basta de ese infantilismo del ‘no al petróleo’, ‘no a la minería’”. Según lo declaró el mandatario en esa oportunidad, era necesario explotar cuanto antes el petróleo, pues en 10 años más podría desaparecer del territorio ecuatoriano.

Ante esta situación la contraparte no tardo en reaccionar y organización civil internacional Avvaaz envió una carta abierta al mandatario que decía los siguiente: “Le instamos a proteger la Amazonía de la devastadora explotación de petróleo, una amenaza letal para este hábitat impoluto y para la supervivencia de los pueblos indígenas que están resistiendo a las petroleras y aferrándose a sus tierras”.

La disputa entre la conveniencia económica, el patrimonio amazónico y la salud de los indígenas lleva ya varios años. En 1964 Texaco llegó a la selva amazónica ecuatoriana para comenzar su primer pozo, desde ahí comenzó una verdadera pesadilla para los aborígenes del lugar, que vieron como destruyan sus tierras y fueron testigos de enfermedades y muertes en los niños por culpa de la contaminación. Por suerte hace poco un fallo histórico condeno a la empresa Chevron-Texaco a pagar casi 20 millones de dólares a las comunidades afectadas, claro que nada les devolverá su tierra como era y menos la vida de los que ya partieron ¿Que se sacó de esto limpio? pues, bien ahora las extracciones y exploración son un poco menos invasivas que antaño, pero la destrucción del ecosistema es inevitable.

Las comunidades saben que es casi imposible que se deje de explotar el petróleo, pero al menos quieren que se haga de manera menos destructiva para el entorno. De esta manera ellos pueden trabajar en ecoturismo, lo que hoy es su principal fuente laboral y es que en la selva las oportunidades no sobran, pero los indígenas prefieren vivir humildemente antes de quedarse con tierras muertas y un poco de dinero, si es que por fortuna reciben alguna compensación.

“No me gustaría estar en el lugar del presidente Correa. Es muy difícil decir qué vale más. ¿La naturaleza de cierta región como la Amazonía? ¿El derecho de pueblos no contactados como los taromenani que viven en aislamiento voluntario? O, ¿la situación de muchas personas, del 30 o 40 por ciento de la población urbana y pobre que se está beneficiando de estos medios?”, opina Zeljko Crncic, sociólogo alemán dela Universidad de Kassel, quien durante años ha seguido de cerca la labor de varias comunidades indígenas de latinoamérica que luchan por ganarse la vida y proteger sus tierras.

Reconocer el aporte cultural de los indígenas es un primer paso para entender sus demandas, pero como en muchos lugares la consulta a los pueblos indígenas es un ley que parece de juguete, estos pueblos necesitan que se los tome en cuenta y que se le den oportunidades sin tener que “mancharlos de crudo”. Lógicamente la solución no es darle un fajo de dinero y enviarlos a la ciudad, ellos viven en sus tierras, deben desarrollarse ahí. ¿Como podrían hacerlo si su patio se y trasforma en un pozo negro?

Correa es visto por algunos casi como un destructor del Amazonas, pero lo cierto es que como a muchos políticos lo que lo mueve es el dinero. Así pedía hace algún tiempo que empresas internacionales y países hermanos donaran dinero para salvar el parque Yasuní, donde Ecuador tuvo que reunir casi 100 millones de dólares para que no lo destruyera la ambición petrolera, y lo peor es que salvación del parque hasta ahora es momentanea.

El proyecto Yasuní-ITT es parte del compromiso que ha tomado Ecuador para mantener bajo tierra por el mayor tiempo posible las reservas petroleras de los campos Ishpingo, Tambococha y Tiputini, que se traducen en 846 millones de barriles de petróleo. Parece que el “mayor tiempo posible” se trataba solo de unos pocos años, pues como dice Correa el tiempo de exploración se está venciendo.

La pugna por el petróleo de la Amazonía(BBC)

 

 

 

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