El Ártico es un ecosistema único que viene sufriendo las consecuencias del cambio climático. Su extensión de hielo no sólo representa un medio ambiente virgen o el hogar de especies amenazadas como el oso polar, es también un sitio esencial para la vida humana. Su hielo funciona como el aire acondicionado del mundo.
Otro dato alarmante es que en los últimos 30 años perdimos el 75 por ciento de los hielos de su Mar. Sin embargo, las petroleras no toman estos datos como una señal de alarma, sino como una oportunidad de negocio y aprovechan la retirada del hielo para explorar en la zona.
El ejemplo más claro de los riesgos de la contaminación con petróleo es el accidente que se produjo en una plataforma de la empresa Exxon Valdez en Alaska en 1989.
Dos décadas más tarde, la región sigue sufriendo las terribles consecuencias: graves daños en las especies y vastas zonas de tierra firme contaminadas con petróleo.
Por eso, desde hace un año que decenas de organizaciones y celebridades de todo el mundo le reclaman a Shell, y otras petroleras, que abandonen el Ártico definitivamente. Más de 2 millones de personas ya forman parte de un movimiento mundial ciudadano que desde la web (www.salvaelartico.org) se sumaron al pedido de crear una región protegida en la zona alrededor del Polo Norte donde se prohíba de la extracción petrolera y la pesca industrial en la región ártica.
Buscar y explotar petróleo en el Ártico es una decisión que pone al mundo al borde del colapso y es, además, una actividad totalmente prescindible.
Tenemos que terminar la adicción a los combustibles fósiles. Todo lo que hoy se realiza utilizando energías sucias podría llevarse a cabo usando la energía del viento y el sol, mucho más baratas, durables y limpias.