Estuve casi tres semanas en el sur de Chile. Caminé por los senderos más bellos de Conguillio y Huilo Huilo. Mi hijo “pegó el estirón” en esas largas horas de caminata, convirtiéndose en un guapo adolescente. Sin duda el bosque posee magia que se transfiere a nosotros haciéndonos más bellos, saludables y felices.
Lamentablemente vemos que las forestales se han apoderado de esta riqueza natural para hacer astillas y que existe poca consciencia de la importancia de destinar recursos a su protección. Cada vez es más común que sean privados los que se encarguen de resguardar este entorno por medio del turismo que tiene como contra parte los altísimos precios de alojamiento, que excluyen al común de la gente.
En Japón, que a pesar de ser uno de los centros principales del capitalismo, se dieron cuenta científicamente que caminar por el bosque era una efectiva terapia para trabajólicos empresarios de Tokio. Células y proteínas contra el cáncer se multiplicaron en la sangre de estas personas que vieron mejorada su salud.
Producto de esta investigación, la Agencia Forestal de Japón destinará recursos y lugares para desarrollar el proyecto Bosque Therapy, aprovechando de la mejor manera la naturaleza sin destruirla ni extraer sus materias primas.
¡Muy bien hecho! Ojalá se hiciera en todo el mundo y también en Chile en donde el Estado se está desligando de esta responsabilidad otorgando concesiones a privados que poco les importa la información y la conservación. Ya escribiré una columna sobre la experiencia que tuve sobre este delicado tema.
Mira este bosque de secuoyas en California y relájate…
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Fuente: Japan’s Forest Therapy tracks healing powers of forests (Treehugger)