Un equipo de científicos de la Universidad de California en San Francisco (UCSF) decidió estudiar cómo el reloj alimenticio, colección de proteínas y genes que se conocen de forma técnica como “oscilador entrenable de comida”, funciona a nivel molecular. Los investigadores descubrieron que la proteína Quinasa C (PKCy, por sus siglas en inglés) ayuda a resetear el contador si decidimos cambiar nuestros hábitos al comer, en particular si empezamos a hacerlo en exceso o a deshoras.
El estudio demostró que ratas de laboratorio normales a las que se comenzó a alimentar durante su horario de sueño ajustaban su reloj alimenticio y despertaban con anticipación al momento de recibir su comida. Aquellas ratas que carecían de la proteína PKCy no eran capaces de responder a los cambios y dormían sin interrupción. La investigación ayudará a entender la base molecular de la diabetes, obesidad y otros trastornos metabólicos, ya que un reloj alimenticio alterado es parte de la patología tras estos desórdenes. También podría explicar por qué los noctámbulos son más propensos a la obesidad que aquellos que madrugan.
Entender el mecanismo molecular de lo que significa comer a deshoras y cómo desregula el reloj alimenticio en nuestro cuerpo facilitará el desarrollo de mejores tratamientos para los trastornos asociados al síndrome de comer de noche, el trabajo por turnos y el jet lag.
El reloj alimenticio ayuda a nuestro cuerpo a aprovechar lo más posible los alimentos que se consumen y controla los genes que participan en todo lo que eso implica, desde la absorción de nutrientes en el tracto digestivo hasta su dispersión a través del torrente sanguíneo.
Fuente: How Excess Holiday Eating Disturbs Your ‘Food Clock’ (Science Daily)