Ante el abrupto e irreversible cambio climático y la explotación petrolera de Shell en el ártico, debemos asumir la eventual extinción de la fauna de la zona. Los osos polares están en riesgo. Actualmente existen entre 20.000 osos polares en el Ártico y 4.700 en Alaska. Por eso surgió la “genial” idea (#not) de llevar más osos polares a los zoológicos antes de que se extingan.
Ridículo si nos fijamos en lo que es para un oso migrar de su hábitat natural, hacia otras latitudes, como Buenos Aires, Argentina, donde la ola de calor mató en el día de ayer a Winner, que perdió la batalla frente a las altas temperaturas de la capital.
36 grados acabaron con sus 16 años de vida en confinamiento. El director de Bienestar Animal del zoológico, Miguel Rivolta, añadió un dato que puede dejarnos aún más en la penumbra moral de esta práctica tan aceptada, pero por suerte cada vez más cuestionada. El rehén del antropocentrismo, habría estado bajo un cuadro de estrés que agudizó su mal estado de salud, ya que se vio sometido a la pirotecnia de Noche Buena. Artificio suficiente para enfermar a quien solo se debe a su naturaleza :C
Cada tanto la vida se encarga de enrostrarnos nuestros hábitos culturales erigidos desde un afán civilizatorio que, reconozcámoslo, tiene todo de bruto. Los zoológicos, esos centros carcelarios que hacen del confinamiento animal un espectáculo “educativo” son un botón de muestra en una cruel guirnalda que adorna nuestra ponderada “sociedad”.
Pero ¿Necesitamos los seres humanos conocer en vivo y en directo a animales salvajes, sacándolos de su hábitat natural, despojándolos de su cotidiana vida pura, su esencial libertad, su original proceder? Es ahí cuando surge la duda ¿es necesaria la existencia de los zoológicos?.
Vivimos hace poco tiempo la partida de Pampa, el tigre blanco del Zoológico del Parque Metropolitano en Santiago de Chile, a causa de que el cuidador con 30 años de experiencia, José Silva, no respetando el protocolo fue atacado por el animal que fue reducido con disparos de escopeta que causaron su muerte. Tiempo antes fue un puma el que sufrió la misma historia.
Sabemos que en los zoológicos los animales simplemente no copulan, que el encierro mata el sexo y que la teoría de que se pueden salvar especies reproduciéndolas en cautiverio no se salva dado a la alta mortalidad de los recién nacidos.
Lo mismo ocurre en el caso de los acuarios y parques acuáticos, en donde la explotación hombre por el animal es bochornosa a pesar de que los científicos han solicitado que los delfines y ballenas sean considerados “personas no humanas” por su tremenda unicidad e inteligencia. En cuanto a los acuarios, el imperativo estético, ya trajo suficientes complicaciones en un mall de Shangai, donde una de estas peceras gigantes explotó, dejando heridos a 15 humanos y tres tiburones limón y docenas de pequeños peces y tortugas.
Fuente: Muere de calor el oso polar del zoológico de Buenos Aires(BBC)